EL SILENCIO DE… LAS MARIONETAS.


Durante la II República Española…

Manuel, un joven maestro de la capital, solicitó el traslado a un colegio de un pequeño pueblo porque consideraba que los niños del rural, por su aislamiento geográfico, tenían necesidad de mayor apoyo. Proporcionarles una formación que ampliase su conocimiento del medio era imprescindible para su pleno desarrollo intelectual. La Cultura era la llave que cerraba la puerta al adoctrinamiento, aislamiento, sometimiento, al conformismo… del fascismo, que, camuflado en la Democracia, seguía vivo.

En aquel pequeño y aislado pueblo, en público, aplaudían a la  República, pero, en privado, tenían las mismas ideas medievales, reprimidas e indigentes culturales que sus abuelos y padres les habían inculcado… y así educaban a sus hijos. El resto de la analfabetización del pueblo corría a cargo del  alcalde y el sacerdote, enemigos ocultos de la República. Mantenían a aquellos obedientes seres sometidos a unas ideas que disfrazaban de democráticas, por puro imperativo legal, pero los gobernaban en el más absoluto fascismo.

Don Manuel educaba a sus alumnos en la necesidad de querer saber y averiguar. Y adquirir los conocimientos que les redimiesen de cadenas, de acatamientos, y desarrollasen un pensamiento propio. Adolescentes y adultos sin miedos impuestos, sin prejuicios, sin hipocresía y mediocridad… libres. Enseñó a aquellos niños que el mundo no era una línea recta que tenían que seguir de principio a fin, sin salirse de ella o caerían al abismo… porque no había nada más que aquello. No, no, Don Manuel rompió con todos los “abusos” culturales que se hacían, en el pueblo y en sus familias, contra aquellos niños. Les explicó que el mundo era redondo y había millones de seres diferentes, lugares y pieles, culturas y religiones, y millones de ideas distintas. Jamás se terminaba de caminar en todas direcciones… porque el conocimiento no tenía fin. Y, sobre todo, les enseñó a valorar otras opiniones, a comparar, a buscar la verdad por ellos mismos, por su propio discernimiento adquirido a través de la investigación y el estudio.

Cuando los padres de aquellos niños oyeron a sus hijos decir que el maestro no creía que hubiese un Dios, ni que el bondadoso y mágico pescador al que crucificaron… fuese su hijo. Que, con el estudio y la comprensión racional, quitasen conclusiones ellos mismos. Que la educación les libraría de adoctrinamientos y les haría mejores seres humanos, dueños de sus creencias, sus decisiones y sus vidas. Los padres entraron en pánico, y cuando los niños empezaron a rebelarse contra las imposiciones que siempre habían aceptado, y  comenzaron a hacer preguntas, que ellos no sabían contestar, fue cuando apartaron a los niños del colegio. Sus hijos ya tenían el guion de sus vidas escrito: ellos trabajarían en los campos y en las granjas y ellas contraerían matrimonio y cuidarían de sus esposos e hijos.

Solo quedaron en la clase de Don Manuel, tres alumnos, dos niños y una niña. Uno era hijo de un agricultor comunista y el otro de un carpintero ateo, y la niña, María, era la hija de los dueños de la tienda de alimentación del pueblo.

María era una niña prodigiosa, autodidacta, devoradora de libros y conocimientos. Tenía catorce años y la preparación necesaria para empezar una carrera universitaria. Sus ansias de saber eran tan grandes como su capacidad intelectual. Don Manuel hizo partícipes a los padres de María de la genialidad de su hija, y les pidió que la enviasen a la capital para preparar su entrada en la universidad, pero los padres de María ya habían dibujado el organigrama de la vida de su hija: heredar la tienda, casarse y tener descendencia. Por más que Don Manuel insistió, y suplicó, todo estaba hecho, María se quedaba en el pueblo.

La tienda de los padres de María estaba situada enfrente del colegio. Don Manuel la observaba desde la ventana de su aula,  María se asomaba a la ventana de su cuarto y sonreía y saludaba al maestro, pero cada día estaba más triste, más ausente… menos María. Así que… Don Manuel decidió actuar por su cuenta y , por los dos únicos alumnos que quedaban en el colegio, le enviaba los trabajos que tenía que hacer, libros, apuntes, y todo lo necesario para que su aprendizaje no se detuviese. Cuando María tenía preguntas que hacer a Don Manuel, las enviaba a través de los dos niños, y cuando todo estaba bien salía a la ventana y, con los dedos, hacía la señal de la victoria: su aprendizaje iba viento en popa a … todo secreto.

Pasados unos meses… se produjo un golpe de Estado, el fascismo ocupaba el país. Don Manuel, republicano y ateo, sabía muy bien que estaba señalado, así que… no le quedaba otra alternativa que exiliarse en la vecina Francia. A los pocos días, cuando recogía sus aperos de enseñanza, un camión militar paró delante del colegio. En su interior, detenidos, estaban el agricultor comunista y el carpintero ateo. Dos militares fascistas entraron a buscar al maestro y lo llevaron a empujones hacia el camión. Transporte que, Don Manuel sabía perfectamente, lo llevaría a cualquier cuneta próxima y a un certero fusilamiento. Antes de subir al camión, Don Manuel dirigió la mirada a su alrededor, no había nadie. Todos los habitantes del pueblo estaban en sus casas, observando desde sus puertas y ventanas, con el gesto aterrado y la mirada sometida a aquellos militares, obediencia que gritaba que ellos eran buenos “católicos”, “gente de bien”… de derechas. Y apartaban la vista del camión y de Don Manuel, ignorándoles en silencio… Era el silencio de las marionetas, pusilánimes marionetas. El alcalde y el sacerdote, los únicos que salieron a la calle, hacían el pasillo de despedida mientras decían, entre dientes: “ ateos, rojos, degenerados, criminales”, clavando su odio en los ojos de los dos presos del camión y en el maestro. Don Manuel, roto por el dolor, levantó la cabeza del suelo y fijó la vista en la ventana de María… y allí estaba ella. Lloraba amargamente y, con los brazos extendidos de un lado al otro, sujetaba entre sus manos una enorme cartulina que decía:” El mundo es redondo y yo voy a recorrerlo. Gracias, maestro”. En  la cara de Don Manuel se dibujó una tímida sonrisa que borró su rictus de amargura. Había logrado salvar a una.  María sería libre… libre.

“Si conseguimos que una generación, una sola generación, crezca libre en España, nadie les podrá arrancar nunca la libertad, nadie les podrá robar ese tesoro.» (La lengua de las mariposas. Manuel Rivas).

María Purificación Nogueira Domínguez.

A todos los maestros que trabajaron y lucharon, unos condenados al exilio y otros perdiendo sus vidas, y para los que la Cultura era Libertad. Y a todos los maestros que lo siguen haciendo.

Y… a María Toca Cañedo ( escritora, poetisa, articulista, activista, mujer libre, comprometida con la Plataforma de Memoria y Democracia de Cantabria), por su lucha para que no se olvide el pasado… y no se repita.

Acerca de Contraposición

Un Foro de Estudios Políticos (FEP) que aspira a centrar el debate sobre los diversos temas que afectan a la sociedad desde la transversalidad, la tolerancia, la libertad de expresión y opinión. Desvinculado de corrientes políticas o ideologías organizadas, pero abierto a todas en general, desde su vocación de Librepensamiento, solo fija como límite de expresión, el respeto a las personas y a la convivencia democrática. El FEP se siente vinculado a los valores republicanos, laicos y civilistas como base de una sociedad de librepensadores sólidamente enraizada en los principios de Libertad, Igualdad, Fraternidad.
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