LA SERENIDAD DE UN ENTREACTO.

Su Majestad el Rey, una vez evacuadas las consultas y de acuerdo con la información recibida por los representantes de los partidos que se dignaron asistir a los actos institucionales previstos en la Constitución; encarga la formación de gobierno, a la opción que mas expectativas declaradas de apoyo puede declarar en el momento de la ronda. Esto es el Partido Popular, que coincide casualmente, con el partido que sin mayoría, obtiene el mayor número de escaños. La votación que se producirá en el Congreso de los Diputados hacia finales de septiembre, dirá si el número de votos con que entonces cuente el candidato propuesto es o no suficiente, en primera o en segunda votación; porque 172 votos, pueden ser suficientes o no, en función de la unanimidad o no de la totalidad de los votos restantes. Por lo tanto, hasta aquí, nada que objetar, porque el funcionamiento de la institución monárquica, ha sido no solo prudente, sino diligente, ya que se atuvo a datos empíricos. La opción alternativa (PSOE+SUMAR) solo alcanza declarados 153 votos.

La Sra. Presidenta del Parlamento, también con excelente tacto y buen hacer, fijó un plazo “prudente” para que el aspirante designado, disponga de tiempo suficiente para procurarse el apoyo de cuatro parlamentarios o su abstención, para poder conformar gobierno.

Hasta aquí, la primera conclusión esperanzadora. Tanto la Jefatura del Estado, como la mesa del Parlamento han cumplido a la perfección su función constitucional.

Si el candidato designado, obtiene suficiente número de votos en primera o segunda votación para formar gobierno, su gobierno será legítimo y como tal deberá reconocerse. Sería por tanto deseable que el resultado fuese fruto de una tarea de persuasión limpia y sin sombras que nos recuerden algunos hechos adjetivados con raíz en el apellido de uno de los “convictos”.

Dicho esto, hay que añadir, que igual de legítimo sería el gobierno que resultase de un segundo llamamiento al cabeza del segundo partido en número de votos, en el caso de que el primero resultase fallido y aquel resultase exitoso.

No resulta nada esperanzadora, la venda que se pone el Partido Popular, explicitando su propósito de prescindir de Bildu, sabiendo que lo hace, porque la aritmética los hace prescindibles. Veremos si en la sesión de investidura del 27 de septiembre, nos cuentan las exigencias de sus socios de Vox, de las que desafortunadamente conocemos por sus acciones allí donde gobiernan con el Partido Popular.

Por cierto que al Jefe de la Casa real, debería haberle bastado la referencia a los números comunicados, sin tener que recurrir a la invocación de una costumbre inexistente, al ser inédita la situación que ahora mismo se dio como consecuencia de los resultados electorales.

Si en una hipotética oportunidad de que la segunda fuerza política, esta lograse formar gobierno con el apoyo de las fuerzas nacionalistas, bueno sería que nos aplicásemos todos a estimular la convivencia, en vez de atizar el fuego del desencuentro y el odio.

Aunque eso será otro tempo de la representación, del que seguro que el Partido Popular puede sacar enseñanzas interesantes, salvo que siga entregado a la orgía ponzoñosa que Vox se encargará de estimular.

Ya veremos entonces.

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