Un pueblo mas serio que sus dirigentes… – Antonio Campos Romay

83bab-antoniocamposromayUN PUEBLO MAS SERIO QUE SUS DIRIGENTES… 

El pueblo español es bastante más serio que sus dirigentes. Y  es consciente de ello. Lo recogen las encuestas de forma terca. Es tenaz la desconfianza entre la ciudadanía y sus presuntos servidores. Y una de sus grandes preocupaciones. Una brecha que disparó la crisis poliédrica que se abatió hace casi un lustro sobre las costillas de los más inocentes. Es algo que  no tiene correspondencia con lo habido en los países de nuestro entorno. Ni el grado de desconfianza en sus políticos, ni en la calidad de su democracia es equiparable. Seguramente la primera reflexión es que tampoco en el ejercicio democrático y en la pulcritud del desempeño de las tareas públicas, alcanzamos la media del espacio común que compartimos.

En consecuencia,, es cada vez es más difícil para los que desde las bambalinas hacen oficio, practicar el viejo truco de cambiar lo accesorio para que nada cambie en lo sustancial. Los espectadores –la ciudadanía-, cada día afinan más, aceptan menos juegos malabares y ponen en evidencia las fullerías…

Hoy ya no se acepta sin un grave menoscabo para la credibilidad institucional, las serias dudas sobre la aplicación de una justicia, que se percibe comprometida en su imparcialidad, que aparenta manejar sus tiempos, o elegir a los juzgadores a mayor gloria de los presuntos corruptos, sin que a ello sean ajenas las artimañas de un gobierno totalitario, entendido esto, como mayoría total en las Cámaras. Un gobierno que promueve cruzadas contra ciudadanos de signo contrario, los discrepantes, simplemente por serlos. Haciendo viga de un twiter en ojo ajeno, mientras hace creer que son pajas en los suyo, cuando están llenos de impudicia  y zafiedad.

Tampoco acepta ya la ciudadanía, las burdas maniobras de la prensa adicta sobreactuando en busca del voto perdido de los amos, anunciando urbi et orbi la devolución del dinero saqueado de las nominas del funcionariado, para al cabo de un momento desdecirse en  un si pero no, por boca del Sr. Montoso. Al que en su carencia de sensibilidad, ni por la cabeza le pasó que lo primero que tendría que reponer, es la dignidad y el honor de los trabajadores públicos tan vilipendiados por el y por el coro de  dinamitadores del estado de bienestar. Ni es tolerable ese personaje que como gobernador del Banco de España, viola con impunidad y cinismo sus competencias, para convertir una comparecencia parlamentaria, en un programa promocional de fondos de pensiones privados, erosionando la confianza en el sistema publico.

Los diversos territorios del Estado, en mayor o menor medida, cada vez son menos proclives a las milongas de ese grupo que se aúna en torno a sus “intereses creados”. En tiempos de incertidumbre, el pueblo aprendió a velocidad de crucero, que el peor miedo es el temor al miedo. Y tiene claro la necesidad de enviar al estercolero, intemperancias como las del Sr. Guerra, “el que se mueve no sale en la foto”,  o el chantaje al ejercicio de las libertades públicas que comporta “la Ley Mordaza”.

Frente a los que predican el crepúsculo de las ideologías, alumnos tardíos del difunto Sr.de la Mora, e instan campanudos a obligados sometimientos embozados en “pactos de estado” para no sacar los pies del tiesto si se anhela compartir el pastel, surgen nuevas voces, irreverentes y díscolas que lo ponen en solfa y reivindican la ética y el vigor de las ideologías. Y lo hacen arropados con el aplauso de disconformes e indignados, y desde los sectores más  varipintos.

La Transición un acierto innegable para salir de un impasse donde el espectro de la pasada guerra civil helaba los corazones, muestras graves fisuras por las que se desliza con impertinencia y soberbia una oligarquía pancista y el férreo mensaje de que nadie altere el sosiego del pesebre nutricio de la banca y de los especuladores globalizados…El dictador afirmó que lo dejaba atado y bien atado…A diferencia de sus colegas Salazar y Caetano, como era monárquico, (y también mas inculto), conculcando la Ley de Sucesión de la Monarquía, nos legó un rey…Un mal hijo, que obediente al padre político, no dudo en negar al padre natural… Lo que Franco ató, no lo desató la democracia… Por ello no hubo necesidad de la nadería de un referéndum para que el pueblo español, -iletrado para tomar tal decisión-, se pronunciase, -de forma concreta y no obligado por un texto general- en orden a si quería una Monarquía o una Republica.  Ya lo había decido el dictador. Y para darle forma, estaban los Siete Sabios de Grecia y las doctas  mentes aulicas…La cosa se quedo en Transición y todo debidamente aliñado en un pack llamado Constitución. Por cierto muy  saludable cívicamente en la mayor parte de su articulado, aunque su cumplimiento deje más lagunas de las deseables.

Descontando las bondades de la Transición, y de la senda democrática formalmente abierta, hoy, es cada vez mayor la cantidad de ciudadanas y ciudadanos  que comienzan a estar más que hartos de que la democracia se asocie con opacidad, con venalidad, con incompetencia…Que la corrupción, el soborno, la dilapidación de los fondos públicos, y con ello los derechos civiles y sociales alcanzados penosamente se desvanezcan en la hoguera de administraciones y administradores sumamente reprochables. Y que la democracia se estreche reducida a una cita cuatrienal con una urna…

Muchos sectores ciudadanos se impacientan con una ley electoral impulsada por la UCD, escudada en la Ley D´Hondt, que reiteradamente distorsiona el sentido del voto, beneficiando injustamente a unos partidos en detrimento de otros. O favoreciendo a las provincias más despobladas… Se percibe la necesidad  de rescatar de los aparatos partidarios las listas electorales, abriéndolas a sus propietarios legítimos, los ciudadanos. Y  limitar los mandatos, para refrenar las ansias de convertir la política, en vez de  un servicio al común, en  un servirse indefinidamente del común.

También, el esperpento vivido en la Diputación de Lugo, es una llamada al sentido común en la administración local. Las diputaciones son órganos anacrónicos cuya utilidad, como el Senado, es apenas acomodar intereses, en ningún momento interesantes para la ciudadanía. Y al tiempo, reordenar y unificar desde la racionalidad  un gravoso censo de municipios absolutamente inoperantes.

Hay quien tiende a ver hoy el escenario político, con el mismo desasosiego que Amadeo I de Saboya durante su efímero reinado: “Ah per Baco, io no capisco niente. Siamo una gabbia de pazzi”…”No entiendo nada. Esto es una jaula de locos”… Otros en su miopía, ni los cambios de decorado perciben…Los hay que optan por enrocarse en el mantra de plegarias centradas, banderas gigantes, pasillos floridos de lis…otros en el reclamo de un éxito económico tan falso como los crecepelo de los años 50, o haciendo cosmética de juventud sobre cerebros escleróticos…Todos sin entender, y menos afrontar con inteligencia, algo que no tiene marcha atrás…Algo que se canturreaba un 25 de abril del siglo pasado por las calles lisboetas…o povo e quem mais ordea… Y que al fin, tras un largo letargo,  ese pueblo, está dispuesto a creérselo y exige ser protagonista…

Acerca de Contraposición

Un Foro de Estudios Políticos (FEP) que aspira a centrar el debate sobre los diversos temas que afectan a la sociedad desde la transversalidad, la tolerancia, la libertad de expresión y opinión. Desvinculado de corrientes políticas o ideologías organizadas, pero abierto a todas en general, desde su vocación de Librepensamiento, solo fija como límite de expresión, el respeto a las personas y a la convivencia democrática. El FEP se siente vinculado a los valores republicanos, laicos y civilistas como base de una sociedad de librepensadores sólidamente enraizada en los principios de Libertad, Igualdad, Fraternidad.
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