A TRUEBA DE GOLPES
No doy crédito (quizá porque no soy un banco) a lo que leo en la red: 23.000 «sujetos» (con predicado pero sin razón) han firmado una petición para que al director de cine con más de una veintena de películas en su haber, Fernando Trueba, se le retire la Espiga de Honor que el festival internacional de cine de Valladolid (La SEMINCI) le concedió en su día, espero que no se transforme en La Seminazi, para que el resto del país no tenga que volver a referirse a esta ciudad como Fachadolid. Los argumentos esgrimidos por dichos firmantes son pobres de espíritu (a su imagen y semejanza) y eso es realmente lo triste: gente «arrebañada» y pastoreada por algún cabecilla cuyos actos no son precisamente ejemplo de ética ni moral.
Yo me pregunto, a qué llaman ellos «sentirse español»: ¿A llevar una camiseta de la selección de fútbol de España?¿A gastarse la pasta votando a los/las representantes de este país en el Festival de Eurovisión?¿A ser tan «chovinistas» como nuestros vecinos franceses?¿A acudir a festejos taurinos con peineta, sin minifalda y con puro?¿A que se te salten las lágrimas el Día de las Fuerzas Armadas mientras la Legión marca el paso con cabra incluida?¿A oír un pasodoble interpretado por Manolo Escobar y que se te ericen las dos orejas y hasta el rabo?¿A jurar la bandera y emocionarte con el himno?¿A acudir a misa de 12 y sin falta?¿ A decir que España es Una, Grande y Libre (aunque no sea cierto)?¿A rendir pleitesía a un rey como buenos súbditos (aunque no haya sido elegido por el pueblo)?¿A defender con tu honor la paella, el cocido o la tortilla de patata?¿A sentirse orgulloso de este gobierno y su política que recorta en Derechos y libertades y nos impone leyes injustas, carentes de sentido común y diseñadas para su propio beneficio y disfrute?
Y todo esto mientras nuestros más ilustres patriotas y salvapatrias, nuestros representantes en esta tierra que llamamos España viajan en primera clase hasta paraísos fiscales donde poner a salvo (también de impuestos, Sr Montoro) el dinero hábilmente sustraído a los españolitos de a pie.
Reivindiquemos los premios y galardones para aquellos que lo merecen por su trabajo y talento, no para los que tienen como único mérito haberse arrodillado a tiempo y con más ganas ante la bandera y sus superiores, a los lameculos, a los trepas, a los oportunistas, a los que pasean sus apellidos con tanto ringo rango, a los españoles de bandera y boquilla.
El mundo es algo más que un pedazo de tierra rodeado de concertinas y mar. La amplitud de miras no debe tener límites, ni fronteras. Somos mucho más que españoles, señoras y señores, somos ciudadanos del mundo.