EL VUELO DE AQUEL VERANO… Dalia Coira Cornide*

No vuela la Mariposa porque le han cortado las alas… pero sueña cada noche cómo podría volar.

Posiblemente, aquel no fue su tiempo y tampoco lo sea el presente. Como la luz se desvanece,  todo sentimiento asume su crepúsculo.

Lo momentáneo, lo esporádico… lo que nace improvisado  es hermoso… aunque efímera sea su duración, como lo es el paso de una estrella fugaz,   la juventud, la belleza, el amor…

El vuelo de aquel verano no estaba escrito en las estrellas  más bien se trataba de un oscuro firmamento de Luna Nueva refractado  sobre las aguas del Sena. No estaba escrito para ti, Mariposa, y en la ciudad de la Luz se apagó tu luz, en la ciudad del amor feneció el delirio, en esa cuna de ilustrados estabas ciega por los  desafíos, aún así, tu mente te permitió traer al París de aquel momento a los ilustrados que habías leído hacía algunos años… Voltaire, Montesquieu, Rousseau…, y revivir aquel gran impacto que te habían causado aquellos pensadores con la consigna de instaurar un nuevo orden basado en el hombre. Una encomiable labor con el fin de poner luz a las tinieblas por medio del conocimiento y la razón.  Por aquel entonces no habías leído todavía  ‘El siglo de las Luces’ de Alejo Carpentier, pero te has atrevido a soñar con la libertad.

Languidece la Luz sobre las aguas del Sena proyectando sus rayos dorados sobre la ondulada corriente que parece detenerse para escuchar un lamento. Mientras París —la ‘Lutecia’ galo-celta— se viste de solemnidad y se vuelve crepitante…, tú, Mariposa, arrastrando tu soledad,  rememoras la sangrienta historia desde los albores de su existencia.

Miras a la izquierda… la Île de la Cité…, Notre Dame… más allá  de la Cité, La Sorbonne…  Miras a tu derecha, Le Musée du Louvre… y recuerdas… todavía recuerdas la historia de cuando  aquel  antiguo Castillo de Louvre,  se convirtió en museo.

¡Cómo vuela la imaginación!

Tu no vuelas, porque te han cortado las  alas, pero caminas por Le Quai des Tuileries, junto a la rivera derecha del Sena hacia La place de La Concorde, convertida, en otro tiempo,  en sangriento escenario; por aquel entonces la llamaba ‘Plaza de la Revolución’ y con el fin del ‘régimen del terror’, fue rebautizada como La place de la Concorde y…

¡Sueñas!

No te era fácil soñar, Mariposa,  por ello no te fue difícil imaginar… la oscuridad que habita en la mente del ser humano…   el odio, el terror… que anida en su corazón… y como urde y materializa  su perverso pensamiento  el  nuevo ingenio  para matar —la guillotina—, nada comparable, aunque con los mismos efectos,  a la decapitación manual  utilizando un hacha o una espada. Como anécdota, se cuenta,  que el propio Luis XVI aconsejó el corte de inclinación de la cuchilla, porque la de filo recto había dado problemas…

Tampoco te fue difícil imaginar el decapitado de cabezas bojo el filo del nuevo artilugio… Luis XVI,  Robespierre, María Antonieta,  Isabel de Francia,  Madame du Barry… y miles de personas más fueron ejecutadas… de  sangre se bautizó el enlosado… Se removieron  conciencias… Nacía un nuevo orden…

Esos históricos y complejos intervalos históricos, alejaron de ti la otra aflicción que se cobijaba en tus entrañas… ¡Mágicos instantes!  ¡Fugaces! Y tu mente desalojó el espejismo…  Solo tú,  frente a la soledad  que ejerce de juez y  verdugo, que no te decapita pero  fragmenta tu alma.

Como todo en la vida  tiene un principio y un fin… y lo tuvo, Mariposa,  nunca supiste muy bien —en aquella encrucijada— si habías elegido el camino adecuado. Tampoco te has planteado donde comenzó tu valentía  o donde la cobardía…  o dicho de otra manera… ¿Cuánto hay en ti de valiente y cuánto de cobarde?

El tiempo, a día de hoy, Mariposa, ya te ha dado esa respuesta…

 

*Dalia Coira Cornide es Licenciada en Pedagogía

 

Acerca de Contraposición

Un Foro de Estudios Políticos (FEP) que aspira a centrar el debate sobre los diversos temas que afectan a la sociedad desde la transversalidad, la tolerancia, la libertad de expresión y opinión. Desvinculado de corrientes políticas o ideologías organizadas, pero abierto a todas en general, desde su vocación de Librepensamiento, solo fija como límite de expresión, el respeto a las personas y a la convivencia democrática. El FEP se siente vinculado a los valores republicanos, laicos y civilistas como base de una sociedad de librepensadores sólidamente enraizada en los principios de Libertad, Igualdad, Fraternidad.
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