Asisto estupefacto a los numerosos movimientos involucionistas en los gobiernos del mundo. Ahora miro al paso al Medievo más ancestral en Brunei, así como otras medidas en diferentes lugares del mundo. Un recorte de principios básicos para una sociedad libre, democrática y evolucionada.

El ataque a derechos humanos y fundamentales como si viviéramos en pleno oscurantismo y en una sociedad en donde se retornase a principios autoritarios, fascistas y despóticos.

Pero, ¿dónde vamos a llegar? Estamos ante un profundo y claro proceso de involución democrática.

No tenemos que ir tan lejos, esa honda nos llega, quizás atenuada, pero no por ello menos peligrosa a España y a Europa con esas nuevas formaciones de corte populista como VOX  Agrupación Nacional  (Francia), etc…

En los últimos años, una cadena de sanciones, procesamientos y condenas ha recortado libertades democráticas básicas: expresión, asociación, manifestación… Crece así la autocensura a la hora de escribir, tuitear, difundir imágenes o movilizarse. Delitos como los de rebelión y sedición, ligados penalmente a alzamientos armados o violentos de carácter insurreccional, se han convertido en comodines usados para abortar cualquier disidencia radical, desobediencia civil o cuestionamiento del orden establecido.

Afirmar, sin más, que vivimos en una democracia, es algo que debe ser seriamente matizado.

Pensar en el fascismo  como mero «concepto» teórico o político es un grave error. Mucho más aún, si lo situamos únicamente en el pasado. En algo que fue pero que ya no existe, todavía más si  cabe. Porque el fascismo  no fue solo Franco, ni Hitler , ni Mussolini. Millones de personas participaron de la Falange, del Espíritu Nacional, de las camisas negras,  y de  todo ese entorno que ha traspasado el pasado, en España, Italia , Alemania.

En su día, no se aplicó a este cáncer el debido tratamiento. Ni radioterapia, ni quimioterapia, ni extirpación de tumor alguno. Por eso ahora, cuando la sociedad democrática tiene problemas acuciados por la crisis económica mundial y global aparecen lo que nunca dejo de existir el peligro del fascismo.

No podemos permitir ese movimiento porque «Solo hay una cosa peor que tragar sapos…, y es decir que están buenos».

Luchemos contra la involución democrática que a la postre luchar contra la involución humana y proteger el progreso y la libertad, desde las urnas, las instituciones y con las movilizaciones que sean precisas para concienciar a una sociedad debilitada.

*José Luis Ortiz Güell, funcionario