ESPAÑA INGRATA.-José Luis Ortiz*

Bien un sabio anónimo, sino hubiese caído en el olvido, por eso prefirió mantenerse en el olvido antes que lo relegase esta España ingrata hace ya al menos 465 años, ahí demuestra su inteligencia y sabiduría, decidió escribir algo llamado “Lazarillo de Tormes”.

¿Por qué comienzo así? Muy fácil. Primero decir que soy un suicida escribiendo, lo no recomiendo a nadie, no suelo reescribir y lo primera versión es la que perdura.

Esto no valga de excusa pues ante nadie lo he de hacer si de opiniones hablamos. En esta semana dos grandes de España han fallecido, uno una mujer que rompió moldes, Blanca Fernández Ochoa y el otro día un artista de talla internacional que, en mil ocasiones, Camilo Sesto, más allá de reconocer su arte ha servido de mono de escarnio de feria y ahora todo el mundo lamenta la pérdida de ambos.

Cierta pérdida irreemplazable es, pero también es muy cierto que fueron abandonados a la peor de sus suertes cuando dejaron atrás cuando algunos opinaron que no les rentaban más.

Si es verdad, ni la Federación atendió las súplicas de una persona excepcional que había no sólo aportado triunfos, sino que había sido embajadora de esta tierra de ingratos.

Desgraciadamente esos son unos de tantos ejemplos, y a la hora de su muerte vuelven al espectáculo de una tierra ingrata para regocijo de la hipocresía y la mentira.

Desde Cervantes, Galdos, Ática de Heras, Bernardo de Gálvez y tantos de todas las profesiones desde periodistas, médicos, pintores, músicos, arquitectos, etc….

Es que la tontuna abunda en este ingrato territorio en la que denostamos a los héroes sin el mínimo rubor, no lo son mientras viven y en ocasiones se les llora cuando mueren (no siempre, aunque si en gran parte de las veces).

Quizás para exculpar sus culpas, con golpes de pecho que nada sirven, pero mucho aparentan ciertamente.

Mientras otros tantos (inmensa mayoría que vive y respira por estas tierras) veneran a insulsos, ignorantes, zafios y zafios vestidos con halagos y pseudograndezas provenientes de la vulgar imaginación de espabilados de billetera fácil. No es preciso nombrar a nadie, pero que decir que tuvo más ventas el libro de Belén Esteban que la novela de Mario Vargas Llosa, excelente escritor más allá de cualquier percepción personal o de otro talante.

Eso nos pasó.  factura hace cientos de años, nos pasa factura y nos la seguirá pasando. No hubo territorio en este mundo más ingrato con su gente, con sus grandes gentes que este territorio llamado España.

Tristeza, dolor, rabia y desolación, es lo que me produce, pero quizás tenga que hacer como un sabio que un buen día decidió escribir las memorias de esta tierra y decidió ignorar su nombre para ser más inteligente que un territorio y unas gentes que quizás no sepan obrar de otra manera.

Podemos echar la culpa al liberalismo, otros dirán que puede que sea el radicalismo de izquierdas ¿pero en 1553? ¿Entonces que era? Conclusión clara y contundente, tierra noble, astuta y decidida, pero inmisericorde e ingrata. La respuesta es sencilla, pero por ello no menos dolorosa.

A esta tierra le dedicó estas palabras no con poco dolor pues es ella misma la que se maltrata, pero para ello humilla a los que un día la ensalzan.

*José Luis Ortiz, funcionario

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