TIEMPOS NUEVOS, TIEMPOS CONVULSOS…José Luis Ortiz*

Estamos ante tiempos nuevos. Ese «tiempo nuevo» iba a ser en realidad un tiempo revuelto, inestable, incierto y turbulento. El más turbulento desde la Transición, hace ya más de cuarenta años.

El Gobierno no cuenta con el viento de cola de la Historia que permitió a un pueblo estar en comunión con casi todos los españoles para consolidar una ansiada democracia. Ahora lo tiene más difícil y quizás sea necesario poner el acento en los problemas de los ciudadanos y no tanto en la inestabilidad del Gobierno de los tiempos actuales.

Una democracia que sigue y seguirá, indesmayable en el tiempo revuelto que se prevé.

Estamos ante un espacio por recorrer y descubrir un entorno complejo y amplio que nos tiene a toda la ciudadanía como actuante. Somos los protagonistas, no actores secundarios, de esta realidad escritas en proyectos, leyes y decretos.

Estamos ante unos nuevos tiempos con unas crónicas intermitentes (de luces parpadeantes) para avisarnos o indicarnos de un cambio o precaución. Una apuesta difícil que son unas crónicas discontinuas en cuanto a la presentación cronológica, de bloques y de ideología. Una apuesta por un ciudadano alerta y expectante, que se deje llevar por las irrupciones temporales, aunque algunos no sean conscientes de ello.

El ejercicio de la ciudadanía se convierte en un placer, una exigencia, que ya es bastante, y, a la vez, en una experiencia provechosa, que es más que notable, especialmente en tiempos convulsos.

Desde una perspectiva realista, cuando los tiempos son convulsos, se enfrentan a una amenaza seria, éstos suelen o bien buscar equilibrios mediante la formación de alianzas o sumarse al efecto de arrastre (bandwagoning) desde posiciones oportunistas. Dicho de otra forma, la elección es entre formar alianzas contra amenazas compartidas o alinearse con la fuente de la amenaza para tratar de evitar un daño. Es lo que estamos viviendo desde la bancada de la sociedad.

El Gobierno se está convirtiendo en un foro con múltiples focos de inestabilidad y un creciente grado de complejidad en los conflictos que la atraviesan en las distintas formaciones del arco parlamentario.

El Gobierno entrante parece estar intentando lograr la cuadratura del círculo: alcanzar un acuerdo definitivo con Ios nacionalismos, mantener sus alianzas tradicionales dentro de la historia parlamentaria, contener los efectos devastadores de la descomposición de la sociedad y de la clase media por la anterior crisis y amenazada por la que se vislumbra en el horizonte.

No parece que alcanzar todos esos objetivos sea fácil, ni siquiera probable, y eso es algo con lo que muchos cuentan y que intentarán aprovechar llegado el momento, y que no cito, por deferencia. Todo lo anterior hace presagiar un futuro poco estable en el corto plazo en el Gobierno saliente, donde las alianzas coyunturales pueden modificarse de forma abrupta y donde habrá que estar preparados para esperar lo inesperable.

Una derecha, y un centro derecha, con un Casado, de los nervios, contra si mismo; un Abascal a caballo entre el populismo y la extrema derecha, y cerca una Arrimadas desorientada entre dos destinos, un saliente Rivera y un cortejante Casado.

No debemos olvidar que el PSOE, con sus 140 años de historia, lleva la palabra “España” por triplicado y con un PP, sin una sola triste “E” en sus siglas de partido.

El caso es que los ciudadanos, incautos o engañados, con miras sólo hacia la libertad observan un país dividido y que delante del aparato de televisión, ahora plasma observa como la derecha pierde todas sus formas.

Recordemos y mantengamos en la memoria que el PSOE, forjo su carácter dentro de los movimientos sociales (algunos de ellos, la mayoría de raíces cristianas).

Son tiempos en los que se precisa ser paciente y reservado, tiempos nuevos, tiempos convulsos…….

*José Luis Ortiz, funcionario

Acerca de Contraposición

Un Foro de Estudios Políticos (FEP) que aspira a centrar el debate sobre los diversos temas que afectan a la sociedad desde la transversalidad, la tolerancia, la libertad de expresión y opinión. Desvinculado de corrientes políticas o ideologías organizadas, pero abierto a todas en general, desde su vocación de Librepensamiento, solo fija como límite de expresión, el respeto a las personas y a la convivencia democrática. El FEP se siente vinculado a los valores republicanos, laicos y civilistas como base de una sociedad de librepensadores sólidamente enraizada en los principios de Libertad, Igualdad, Fraternidad.
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