
Hubo un tiempo… lejano y añorado en la memoria democrática, en que la información recibida por los usuarios de ciudadanía, era real. Aunque cada informador arrimase el ascua a su sardina ( y no el asco a su sordera y ceguera), era lo que ocurría en nuestro entorno y en el exterior. Noticias diarias, sucesos, notas necrológicas, deporte, política, sociedad, etcétera, formaban parte de nuestra cotidianidad. Hoy, en este presente anodino, la mayoría de la información, que nos “vomitan”, está manipulada, respira frivolidad y deterioro de la ética y la estética de nuestra sociedad, o es una enorme falacia. Priman los intereses financieros… y políticos, sobre la verdad que los ciudadanos tendrían derecho a conocer.
El nazismo tuvo su mecenas informativo en un gran orador, Joseph Goebbels, cuya admiración hacia Hitler y su exacerbado odio hacia los judíos, lo convirtió en Ministro de Propaganda del Tercer Reich. Peligroso demagogo y virulento agitador de masas, controló la vida cultural e intelectual de Alemania. Se hizo dueño de los medios de comunicación, sobre todo de la radio. Todos los atentados, vandalismos, y crímenes, que él mismo ordenaba cometer, se los imputaba a los judíos, y, en menor número, a comunistas, anarquistas, etnias no arias, grupos sociales y religiosos, y a todo aquel que no colaboraba y se sometía al poder nazi… A esa raza aria perfecta, y de la que, ellos, decían era descendiente de los dioses germánicos. Las campañas informativas de Goebbels fueron tan efectivas que, incluso, muchos alemanes no nazis le creyeron. Si aquel psicópata y su gran capacidad de desvirtuar la verdad, de crear confusión, maquiavélico hacedor de violencia informativa, no hubiese existido, quizá las crifras de asesinados en el Holocausto… hubiesen sido inexistentes, o cuando menos… muy inferiores.
En la actualidad… muchos hijos de Goebbels, sin acento alemán, con sus títulos de servidores de la información bajo las suelas de su honradez, siguen el camino de su progenitor. Un nuevo periodismo infame, famélico y prostituido, nos invade, aletarga, ensucia, y nos hace retroceder hasta el oscuro pasado de un fascismo falaz e intelectualmente raquítico, con el que nos hacían comulgar ( nunca mejor dicho) en aquellos lejanos, pero tan cercanos tiempos.
Los Hijos de Goebbels siguen la máxima del “ todo vale” para conseguir sus objetivos: primeras páginas, portadas, y audiencias. Ser el primero en esparcir la porquería… significa alcanzar la gloria en el Imperio de la Información. Lo fundamental es dar a las masas carnaza, circo, hogueras, y para ello todo empeño sórdido es poco. Los menores son el mejor caldo de cultivo para la noticia horripilantemente y mayoritariamente consumida. Si un niño desaparece, es víctima de algún tipo de violencia, o muere asesinado, los Hijos de Goebbels se frotan los rotativos y las cámaras. Y un gran despliegue de buitres, micrófono en pico y bolígrafo entre las garras, buscan, olfatean y acosan el dolor de la criatura y su entorno… ¡Lágrimas, lágrimas! Aunque tengan que provocarlas, emitiendo imágenes inhumanas de las víctimas durante veinticuatro horas al día, sin importarles, ni lo más mínimo, el infortunio que causan… ¡Eso es lo que vende! Y así… más y más: ruindad humana, escándalos de todo tipo, caos… ¡A por leña!… Que la hoguera informativa se apaga y las masas piden fuego… y sangre. Para morir en el circo informativo todos son aptos: famosos y advenedizos, políticos, artistas, intelectuales, deportistas, frikis, etc, etc, etc. Todas las heces malolientes, que aumenten la gloria y finanzas informativas, se utilizan, aunque hiera y mate… ¡Vender… vender! Imágenes o letras… vender. Los Hijos de Goebbels se colocan sus esvásticas y se echan a la calle, buscando despojos en los contenedores vitales, excremento para dar de comer a las masas, y si no los encuentran… los producen. Todo vale para apagar la hambruna de la información… voraz.
Los nuevos consumidores de información son arrastrados por influencers, youtubers, blogueros, twitteros, facebuseros, a los que siguen con auténtico fervor y, estos, a cambio de mostrar las lujosas y vanguardistas perchas de sus armarios, sus casas y coches, sus lujos varios y excentricidades, y de jugar on line, se hacen millonarios. La vida maravillosa, el físico, lo lúdico, es lo que más reclama información y obtiene seguimiento y consumismo… ¡ Eso es lo que vende! Los informadores visuales utilizan los malos tratos y la violencia de género para vender lágrimas famosas, pero no hacen nada por evitar, en sus programas, el machismo y el patriarcado que lleva directamente al sufrimiento de muchas mujeres anónimas… Y con las que se cruzan en el portal de sus viviendas, y cuando observan que tienen un ojo morado o un brazo roto, miran para otro lado… o si escuchan gritos un día sí y otro también, cierran las ventanas. Nadie las conoce… ¡Eso no vende! En el lado de la política, más de lo mismo… A una gran mayoría de ciudadanos no les preocupa el buen o mal programa de un partido político, no, les importan más los escándalos de los políticos que forman sus filas. Los trapos sucios, la bazofia, la carroña, eso es lo valioso. Que un político se coloque un piercing en el prepucio o una política se tatúe las glándulas de Bartolino, que se abronquen en los mítines, que se amenacen en el Congreso, que se escupan odios y violencia unos a los otros… ¡Eso es lo que vende! Y… esas otras noticias, de gente que no tiene grandes casas y coches, no tienen lujosas perchas en sus armarios ni zapatillas deportivas de marca, porque, sencillamente, viven en la calle, en campos de refugiados, en un flotador, en una patera, en un camino largo y polvoriento, en un continuo escapar de sus países e intentar entrar al “ primer mundo”, y siempre van desnudos y descalzos, a esos no los sigue nadie, excepto la miseria, la injusticia, y el dolor. Esos no son nunca portada, ni primeras páginas… ¡Ah, sí… de las crónicas de sucesos y las notas necrológicas, pero eso nadie lo lee… ¡Eso no vende!
Esa Información Voraz… capaz de hacer de lo más mediocre e insignificante, auténtica grandeza… y de la mayor grandiosidad, absoluta ruindad, es uno de los mayores pecados que el ser humano ha cometido contra su capacidad intelectual.
Hubo un tiempo… en que los profesionales de la información se jugaban el pan, la libertad y la vida, para sacar a la luz… la verdad. Bajo inquisidoras miradas, bajo el miedo a las cunetas, bajo la bota de la censura… pero, aun así, lo hacían, y lo hacían con respeto hacia la información, hacía su profesión y hacia los ciudadanos. Eran los Ángeles de la Información. Afortunadamente… todavía hay muchos informadores de alta catadura ética y moral, intelectual, social y humana: Jubilados que siguen tocando bolígrafos y teclas, y levantando micrófonos. Veteranos en activo con la misma entrega que cuando empezaron. Jóvenes que comienzan a disparar sus cámaras y blogs de notas, y a hacer guardias interminables para cazar la verdad. Y muchos de esos querubines, anteponen su profesionalidad, su responsabilidad, su calidad humana… a su propia seguridad. Son esos que dejan su lugar de confort y a sus familias, y se embarcan en guerras, se introducen entre mafiosos, dictadores, terroristas, narcos, y corruptos. En ocasiones, tienen que desarrollar su labor en lugares infrahumanos, con sus únicas armas: un chaleco de prensa, una cámara, un micrófono, un bolígrafo, un blog, un teclado… y su valor. Y mientras se juegan la vida para que se conozca la realidad, los usuarios de información desconocen sus nombres, desconocen sus vidas, y cuando son acosados, agredidos, insultados… y asesinados, nadie lo sabe y a nadie le importa. No llegan a ser ricos ni famosos…Todos y cada uno de ellos buscan y difunden la verdad, la miseria, la violencia… no para acaparar portadas ni audiencia, no, por pura humanidad y moralidad. Esos Ángeles de la Información son los que evitan que nuestra sociedad no se oscurezca, no involucione, no se esclavice… y no seamos mamiferos de dos patas, rumiando lastimeros balidos informativos… A todos esos ángeles… gracias.
No quiero olvidar a esos no periodistas, incluidos en ninguna nómima, informadores domésticos, que trabajan en sus casas, en sus ordenadores y teléfonos móviles, y que, de su tiempo de ocio, quitan teclas para informar, denunciar, y criticar… el abuso y la injusticia, sin otro interés que hacer un mundo más apetecible de vivir. Gracias.
María Purificación Nogueira Domínguez.
“La prensa no solo es el arma más poderosa contra la tiranía y el despotismo, sino el instrumento más eficaz y más activo del progreso y de la civilización.” Francisco Zarco.