
Aquellos dos hermanos… recogieron de la cultura popular unas historias que iban de boca en boca y escribieron sus narraciones propias: Caperucita Roja, La bella durmiente, Cenicienta, Blancanieves, Pulgarcito, Hansel y Gretel… y muchas, muchas más. En un principio estas historias tenían un componente gore y en algunas había sexo implícito. En la historia de Hansel y Gretel, eran sus propios padres los que se los querían comer, debido a la miseria y hambre que sufrían. Por supuesto, la censura y la cultura de la época no permitió tales “abusos” literarios, y los Hermanos Grimm los “ suavizaron”, e hicieron que Hansel y Gretel fuesen seducidos por una malvada bruja cuyo propósito era devorarlos, creando una narración de prevención para los niños. Y así lo hicieron con todas sus historias, transformando a los abusones y poderosos… en los villanos, y a los vulnerables, a los maltratados por madrastras, malhechores y brujas… en los ganadores. Y sus cuentos se convirtieron en abanderados de la magia y la fantasía… y en líderes de la literatura infantil.
Tras los Hermanos Grimm… surgieron muchos contadores de historias que utilizaban, y utilizan, sus fábulas para manipular, esclavizar, y entontecer a los adultos. Son los Hijos Bastardos de los Hermanos Grimm. Son los que ostentan El Poder, los que, con sus “ cuentos”, dirigen nuestras vidas, ordenan y mandan en nuestra economía, en nuestra paz o guerra, en la moral y la intelectualidad, en el ocio, en la dieta alimenticia, la forma de hablar e incluso de vestir… y en nuestros miedos.
El Poder… educa y profesionaliza a los Hijos Bastardos de los Hermanos Grimm, convirtiéndolos en guía de los pueblos, de los buenos y generosos de alma… y de los crédulos. Son esos “cuentistas” que no saben por dónde sale el sol, pero indican a la gente que sale por el este, por el o… este, o por el aquel. Son los que tiran las letras y esconden las teclas. Los de… donde dije “digo”, digo “niego”. Desde sus jefaturas y púlpitos sagrados escriben cuentos de cruzadas, de indigencia, de alineación, y mil males más, hacia los lectores que los siguen con resignación, y, en ocasiones, con respetabilísima subordinación. Cuentos, cuentos, cuentos… ¡Ay, cuánto cuento!
El día… que los lectores humildes, los buenos y generosos, se percaten de que los Hijos Bastardos de los Hermanos Grimm no saben escribir, tienen mala redacción, erratas y faltas de ortografía, no toleran las diferencias de pensamiento, ni ninguna disparidad… ese día… ese día establecerán en el calendario de los bastardos cuentistas, con enormes números y letras rojas: El Día de la Madre… que los parió.Y… los obligarán a escribir sus cuentos con un colorín colorado, esto se ha acabado. Y… dejarán de leer a esos bastardos cuentistas, escribirán sus propias historias, y entonces… será cuando los buenos relatos habrán comenzado.
María Purificación Nogueira Domínguez ( Hermana Grimm)