
¿Es mejor remodelar la globalización que verla colapsar en medio de las próximas crisis, impulsada por el populismo y el pánico?
¿Se acabaron los 30 años gloriosos de la globalización? ¿Estamos ante el adiós al sueño alemán del milagro económico?
¿En dónde queda la idea fetiche de la subcontratación?
El patrón del gigante mundial de las finanzas Blackrock, Larry Fink, afirmó recientemente en una carta a los accionistas que la invasión de Ucrania ha puesto fin a la globalización que hemos conocido en las tres últimas décadas. “La globalización, que creía en el cambio a través del comercio, era una utopía”, señala el escritor y periodista alemán Adrian Kreye.
¿Estamos ante cantos de sirena, pesadillas apocalípticas o, por el contrario, la batería de interrogantes merece cuando menos una ponderada reflexión? A mi modesto modo de ver, es obvio que no está lejos de la realidad la conclusión que apunta a que, entre la guerra y la pandemia la globalización vive una grave crisis existencial. En el eje del argumentario está la interdependencia generada en las últimas décadas y que ahora está en cuestión.
Acabamos de ver como el “tsunami” del coronavirus aumentó la tendencia en las empresas internacionales a recuperar la producción que alguna vez se subcontrató. La escasez de mascarillas al estallar el COVID-19 puso en evidencia la interdependencia de China para productos básicos. Un mes largo después del inicio de la guerra, el caos en la economía mundial genera presión en los precios y los suministros de cereales, petróleo, gas y otros materiales estratégicos como el cobre. Ahora se reclama la autonomía estratégica para la energía y otras materias. ¿Existe riesgo de desconexión económica entre Occidente de un lado, y China y sus aliados del otro?, se preguntan sesudos analistas.
Vemos también como la inevitable dependencia del gas de Alemania, rompe la unidad europea a la hora de dar el golpe definitivo a Putin en materia de sanciones y lleva a negociar acuerdos de libre comercio con los Estados Unidos. “¿Y si alguien como Donald Trump vuelve a ser elegido en 2024?” se preguntaba recientemente un periodista germano y añadía “Se criticó a los franceses por profundas convicciones económicas liberales que mantienen su agricultura en funcionamiento con muchos subsidios. No hicieron más que aprender la lección. Nunca más se recurriría a la dependencia”.
El caso es que la especialización económica por regiones, las cadenas de producción fraccionadas o los suministros de empresas en plazos muy cortos se tambalean. El caso es que entre episodios de alcance en lo sanitario y la guerra de Ucrania, la globalización parece haber ingresado en la “Uvi”. Las tablas de mi balcón mal entablilladas están, llamen al entablillador…
*Germán Castro, periodista, coordinador de «Contraposición. República de las Ideas«