El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron arrojados sobre la tierra; y quedó abrasada la tercera parte de la tierra, y quedó abrasada la tercera parte de los árboles, y toda hierba verde quedó abrasada… (Apocalipsis).

Cada mañana cuando sonaba aquel maldito aparato:¡ Riiing riiing riiing! la gente se desperezaba y se dirigía a hacer su trabajo: producir, contaminar… y destruir.

El calentamiento global era algo incuestionable. La temperatura extrema de la Tierra hacía  muy difícil la cría de animales y la recolección de vegetales. Durante una década hubo campos fértiles y ganadería… hasta que las pertinaces sequías, los incendios y la contaminación originaron su extinción. El nivel del mar se elevó considerablemente cuando los glaciares comenzaron a derretirse en tiempo récord. El mar ocupó kilómetros de costa y desaparecieron en su totalidad las playas y las islas. El agua del mar aumentó extremadamente su temperatura y toda la fauna marina pereció, incluso en las zonas abisales, de la misma manera que lo hizo la flora. No se podía pescar, no se podía navegar y no se podía nadar. El agua del mar era parte del pasado… de la Historia. Los habitantes del planeta Tierra que se desplazaban de un continente a otro en avanzadas naves que surcaban el cielo, que se trasladaban por tierra en modernos y rápidos vehículos, que se veían en pantallas y se comunicaban aunque estuviesen a miles de kilómetros unos de los otros, se quedaron varados y sin autonomía… cuando las industrias y las tecnologías dejaron de funcionar, y los combustibles fueron disputados en cruentas guerras entre unos países y otros. Y las diferentes alternativas que buscaron para producir energía fracasaron estrepitosamente, debido a los frecuentes huracanes, tsunamis, terremotos, y demás catástrofes meteorológicas. La desertificación por falta de lluvias y la deforestación a causa de la rapiña humana… posibilitaron la aparición de infinidad de nuevos virus y enfermedades que ya se consideraban erradicadas. Y el hambre y la miseria humana aceleraron… el principio del fin.

NIETA: Abuela… ¿Ya estás otra vez con tus delirios apocalípticos?Eres lo más Gretathunbergiana y Nostradamusiana que me he echado a las rastas.

ABUELA: Sí, hija, sí. Pero toma nota y cuéntale todo esto a tus nietos… cuando cenen ratas y cucarachas, con mucha suerte de riquezas, se acuesten a dormir en el suelo de la choza y se tapen con pieles de animales, con mucha suerte de caza. Cuéntaselo, e intenta memorizarlo porque, después de utilizar todo lo que arde, también quemaréis las hojas de papel y los libros…

NIETA: Abuela, queridiña, entonces me veré obligada a decirles que fueron mis antepasados: mis bisabuelos, mis abuelos y mis  padres, los que empezaron a producir sin control, los que tras siglos de saqueo a la naturaleza, de maltrato a los animales y de destrucción masiva… nos robaron el futuro. Les tendré que contar que, durante mucho mucho tiempo, científicos, ecologistas, biólogos, meteorólogos y diferentes defensores del bienestar del planeta, os avisaron y os pidieron a gritos que dejaseis de contaminar, de devastar, pero estabais muy distraídos disfrutando vuestra tecnología, comodidad, avaricia… y vuestra suprema estulticia. Y todavía tenéis la desfachatez de llamarnos pusilánimes, de almidonar vuestros egos diciendo que nos habéis dado todo hecho y una vida fácil. ¡Insensatos! Lo que nos hemos encontrado es todo deshecho: contaminación, cambio climático, virus, guerra, disputas políticas, crisis económica, corrupción, bullying, y un largo etcétera de males. Lo mucho que os gusta meter la mano en la Caja de Pandora. Mi generación, los que tenemos dieciocho años, no llegamos al mundo con un pan bajo el brazo… portábamos un manual de supervivencia. Así que … no voy a traer criaturas a malvivir en un planeta que agoniza. Y vosotros habéis sido los responsables, los que le proporcionasteis la trompeta y la partitura a Gabriel. Pobre arcángel, años y años soplando notas y todavía no le habéis oído… ¡Tócala otra vez, Gabriel. Alto y claro, que mi abuela es lenta procesando sonidos!            

“Cada vez que suena un despertador: ¡Riiing riiing riiing!… la luz de de la Tierra… parpadea”.

María Purificación Nogueira Domínguez.