LA RESPUESTA DEL PAPA FRANCISCO A UNA NIÑA FILIPINA– Carlos Díaz Suárez
Los niños, con la ingenuidad propia de sus pocos años, a veces se convierten sin pretenderlo, en temibles objetores de “verdades” preestablecidas.
Tal es el caso de la niña que interrumpió al Papa Francisco en su discurso, ante treinta mil jóvenes, en el campus de la Universidad de Manila, en diciembre pasado. Antes de que el Santo Padre tomase la palabra, una niña de 12 años, que había sido “niña de la calle” durante algún tiempo, se le acercó llorando y, entre sollozos, le dijo: “Hay muchos niños abandonados por sus propios padres, muchas víctimas de cosas terribles como las drogas o la prostitución. ¿ Por qué Dios permite esas cosas, aunque no es culpa de los niños?”. El Papa Francisco, sorprendido por este hecho inesperado, tardó unos instantes en reaccionar. Desechó el discurso que tenía preparado para la ocasión e improvisó la siguiente respuesta: “Esta niña ha hecho hoy la única pregunta que no tiene respuesta, y como no le alcanzaron las palabras tuvo que decirlas con lágrimas”. Seguidamente dio unas normas de conducta para los creyentes que se encuentren en análogas circunstancias: “Cuando nos hagan la pregunta de por qué sufren los niños entonces que nuestra respuesta sea, o el silencio o las palabras que nacen de las lágrimas. Seguidamente instó a los cerca de 30.000 fieles que le escuchaban a “no tener miedo de llorar” (ABC, 19 de enero de 2015 pág..53)
Resulta sorprendente escuchar a un Papa recomendando el silencio como respuesta ante la pregunta más grave que se le puede hacer a la Religión y que la pobre niña con toda ingenuidad le había formulado. Esto me recuerda el famoso cuento de Andersen “ El traje nuevo del Emperador”: Un Emperador había anunciado que en su próximo desfile iría vestido con un traje muy especial, pues solo podía ser visto por personas que fuesen inteligentes y virtuosas, pero que, para el resto de la población el traje sería invisible. Llegado el día del desfile, al paso del cortejo, la muchedumbre prorrumpía en exclamaciones de admiración ponderando la belleza y la elegancia del traje del Emperador, hasta que, de pronto, se oyó la voz de un niño que gritaba a su padre: ¡¡¡Papá: porqué va desnudo el Emperador!!! , lo que convirtió la tremenda algarabía´ en un silencio sepulcral. Otra vez el silencio es la solución cuando las cosas se ponen feas. Estas muestras de hipocresía colectiva las vemos extrapoladas en los diversos ámbitos de la sociedad, ya sea político, religioso, etc. ,y en cualquier época. Valga de ejemplo el entremés de Cervantes ”El Retablo de las maravillas” : Un par de “carotas”,Chirinos y Chanfalla consiguen ganar dinero cobrando por enseñar un retablo en el que aparecen “cosas maravillosas”, por supuesto inexistentes, que solo pueden ver los que no tienen sangre judía y no son hijos de matrimonio ilegítimo.
El Papa Francisco es, sin duda, el mejor papa de la Historia de la Iglesia, por su valiente y esforzada tarea de limpieza de la Iglesia, (“curia romana” incluida), entre otras cosas. Pero se le olvidó decir que la pregunta que no tiene contestación según él, la tiene para los que no tienen fe . Véase la respuesta, por ejemplo, del insigne filósofo Nietzsche: “La única disculpa que tiene Dios es no existir.”