Rosalía Ajamil Sánchez
Carreteras de “carteras”,
los caminos de Machado,
de euros…, negros manchados,
“fomentos” de billeteras,
en veredas ¡derrochados!
Sus empresarios nefastos,
sus políticos de fastos;
de nóminas abultadas:
anónimas, limitadas…,
de tres por ciento, y gastos.
Senderos de negros sobres,
reales e imaginarios
ruines y mercenarios,
¡”atajos”, “de mentes” “pobres”!,
las empresas…, ¡no son hombres!
Las vías, sin las razones
no te enteras, “comisiones”
“capitales” sin conciencia;
no tiene ninguna ciencia:
son: cuevas y sus ladrones.
A Roma…llegan todos los caminos,
en Madrid rodean todos el mismo,
sus sendas van: a idéntico destino,
en sus carteles se lee: “nepotismo”.
¿Artífices…humanos o mezquinos?
Madrid asediada por el caciquismo:
sus radiales van vacías a raudales
llenas están…, sus cajas de caudales.
Carreteras sin fin, uso ni curso,
sin autos – pistas a ninguna parte-
sin sentido, sus recursos y discursos
sucios dedos de quién se las reparte,
adjudicadas en oscuros concursos,
alquitranes y comisiones, aparte.
Los hechos son: autopistas de peaje,
sus trechos de cohechos y vasallaje.
¡Tanto giro y tanta puerta giratoria!
sus trigales son viales, hoy desiertos
amurallada por carreteras sin gloria,
alejados, baldíos, secos sus huertos,
proyectos de feriantes de oratoria
trayectos sin caminantes, de muertos.
Paga España tamaña sepultura,
plañidera y accionista de su usura.
Las empresas no tienen corazón,
tampoco conciencia, moral y ética;
las españolas resultan patéticas,
por sus venas sangre de subvención
bolsas, a manos llenas, su razón
el verde, bandera de su avaricia,
el color con que nutre la codicia.
¿Concurso acreedor? Su absolución.