¡dónde mandan los extremos!
¿por qué los dioses han vuelto?
porque somos unos memos,
porque nunca aprendemos.
Dioses de aspavientos,
son nerones incendiarios,
sus dineros de idearios;
calígulas sin sentimientos,
brutales, y sanguinarios.
Líderes oportunistas,
con sus decretos podridos,
del miedo, malabaristas,
sus poderes corrompidos,
siempre son: nacionalistas;
con sus muros, y expulsiones,
levantan bajas pasiones.
Líderes…, de negras listas.
¿Está el pueblo sublevado?,
no, cortos cavan sus nichos,
aplaudiendo a estos bichos.
Es un pueblo anestesiado,
es un pueblo aburguesado,
él que vota emperadores
a bribones, y nerones
es un pueblo de traidores,
él que aplaude, a faraones.
¿Son hombres o dioses?
Soberbios e iracundos,
Despiadados, y voraces.
¿Son hombres o lobos?,
¿humanos o chacales?,
pastores de bobas ovejas
de un ganado qué no piensa,
y todo, concuerda.
En su circo, encerrados los leones,
humanos sus peones;
en su palco ven derramar la sangre,
de niños, y muertos de hambre,
mujeres vestidas de luto, tras sus muros,
¡corren tiempos duros!
Cortinas de oro, en despachos ovales,
son unos animales,
carroñeros, con fauces de tiburones,
no atienden a razones.
Los ludópatas del juego de dinero,
de un dios usurero,
manejan hilos de miedo y racismo,
le llaman civismo;
son hambrientos hombres de armamento,
su corazón cemento.
Ególatras de un cruel narcisismo,
carecen de humanismo.
Siembran con estiércol y con veneno,
su cosecha es el miedo.
Y nosotros les votamos,
y después, rezamos,
o balamos.