LA DERECHA GALLEGA EN RETIRADA.-Carlos Raya (*)

En Galicia hemos sufrido una gran espantada de empresas que  se han marchado por falta de facilidades y apoyos para su desarrollo o han decidido no instalarse en nuestra autonomía por las mismas razones. El norte de Portugal fue el agraciado con el boleto premiado que se preocuparon en resolver uno por uno los complejos problemas de entorno que la producción industrial presenta a cada empresa.

La derecha española pasa en estos momentos por una profunda crisis de identidad fruto de la indefinición e inactividad del Presidente Rajoy. Si alguna identidad tienen podría ser sencillamente esa: los que no hacen nada. Me recuerdan a las élites del novecento, seres grises que dejaron morir los últimos brillos del Imperio Español sin mover un solo dedo o, en el mejor de los casos, maniobrando con una torpeza tal que semejaban servir al enemigo. El lema de su próxima campaña debiera ser «el tiempo lo cura todo» y en lugar de una gaviota volando la vista general de un cementerio.

La creencia de que el  mejor gobierno consiste en esperar pacientemente los errores del enemigo funcionan durante los tiempos de bonanza, jamás cuando aparecen los problemas. Por esto España ha multiplicado su deuda por dos desde que comenzó la crisis, por eso Cataluña se quiere ir, por eso la ultraderecha se despereza tras cuarenta años desaparecida, por eso crecemos tras años de crisis gracias solo a factores externos que nos afectan indirectamente.

Y por eso Galicia se ahoga en su propia inactividad. Feijóo es digno discípulo del de Pontevedra. Con la izquierda dividida entre las Mareas bajas y un PSdeG adorando a Manitou y las mil tribus de la pradera, se ha dejado acunar por un equipo tan somnoliento como él. Feijóo no tiene un proyecto de Galicia que no pase por el monocultivo del eucalipto, el aumento por razones externas del turismo y el maná de las grandes corporaciones que crecen y crecen arreglando los grandes números que tan bien nos vende después: Galicia va bien… Y sí es cierto que va, a su bola, sin nadie en el timón, lo que no es cierto es que le vaya bien a los gallegos.

El otro día se enteró Feijóo de la victoria de Gonzalo Caballero en las Primarias del PSdeG. Vaya por dios, va y gana el más peligroso. De pronto el agua les llega al cuello y a la desesperada y con la improvisación del que se siente acorralado dice poner en marcha mil y una política para que empresas extranjeras se instalen en Galicia y para facilitar la inversión de las pocas que aún producen en nuestra tierra. Bueno, pues todas esas políticas se reducen a descuentos fiscales… No es broma. El parto de los montes. Toda la política que sabe hacer el Bello Durmiente es rebajar impuestos: llegó el momento del dos por uno, de la rebaja por todo y la bonificación por nada… Imagínese «pinche» quién se lo llevará crudo.

Lo complicado es mejorar las infraestructuras físicas y digitales a disposición del desarrollo empresarial, los nodos de contactos y las redes de colaboración, las políticas de inversión sectorial que generen especializaciones por aprendizajes crecientes que supongan un diferencial competitivo en los mercados internacionales, el impulso de grupos de inversión netamente gallegos que apuesten por la modernización y robotización del campo gallego, organismos de información y formación de las actuales generaciones rurales profesionalizándolas en agricultura ecológica y de alto rendimiento, apertura masiva de oficinas de comercio exterior que no se queden esperando la oferta viva sino que investiguen, analicen y trasladen demandas exteriores que se puedan transformar en oportunidades de inversión y desarrollo en Galicia, impulsar y participar en laboratorios e institutos de investigación sectorial cruzada que multipliquen los beneficios de los conocimientos…

No, la política económica no consiste en bajar impuestos, la política económica trata de ordenar los recursos disponibles de forma que generen los máximos retornos habida cuenta los complejos y volátiles esquemas de demandas y ofertas de la economía digital y no solo retornos directos de la inversión y la actividad industrial, sino los retornos estructurales que son los que generan la riqueza de las regiones a medio y largo plazo desde una competitividad compleja.

Considero que el tiempo de una derecha inactiva finalizó. Galicia necesita un liderazgo fuerte y sensato que nos saque del sopor y reactive la capacidad de trabajo, inventiva y lucha que siempre caracterizó al Pueblo Gallego. Galicia se muere por dentro y arde por fuera. Alguien tiene que tomar el mando.

(*) Carlos Raya de Blas, empresario, sociólogo especializado en propiedad intelectual y en Islamismo

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