Amanece un día gris en Vigo… Nubes negras, negrísimas, anuncian el paso
del huracán Ophelia, que pasará por las costas de Galicia… pero, apenas
dejará una pequeña huella de viento y lluvia… No pasa nada.
A las dos de la tarde… empiezas a notar un fuerte olor a quemado… y sales
a la terraza, pasas un dedo por el cristal de la mesa… y se te impregna de
ceniza. Hay un incendio… pero, enciendes la televisión y no hay noticias…
No pasa nada.
A las cuatro de la tarde… sales a la calle y eres conocedora de que el humo
apenas te deja ver el portal del edificio de enfrente. Esto no es un incendio
en el monte. Y… a las nueve de la noche… el fuego abraza a Vigo, varias
calles arden en diferentes puntos y un cordón de fuego cerca la ciudad… Y el
pánico se desata. Entonces, sí… por fin, escuchas noticias, y son
alarmantes.
La gente corre por la calles con cubos de agua, ramas, palas, mangueras…
Vigo se quema… Nigrán se quema, Baiona se quema, Ponteareas, y toda
Galicia se quema. El miedo, la impotencia, y la sorpresa… se apodera de los
gallegos, que se afanan en salvar sus vidas, sus animales, sus casas, sus
montes.
El calor sofocante, la sequía de los montes, y el aliento cálido de Ophelia,
hacen que aquellos focos de fuego ( que algunos, muchos, hijos de Nerón
han plantado meticulosamente, de forma dirigida y estudiada, para causar el
mayor daño posible) se extiendan rápidamente, por toda la ciudad, por toda
Galicia, sin control, pasando del verde al cemento, arrasando todo lo que
encuentran.
Han destrozado la preciosa cara verde de Galicia, han asesinado a algunos
de sus habitantes, a los animales del bosque y al propio bosque, a los frutos
de los campos, a las viviendas, al aire. Y ahora, algunos se preguntan: ¿
Quién le dio el mechero a Nerón?… Y se echan el fuego unos a otros.
El terrorismo incendiario… ha atentado salvajemente contra Galicia y sus
gentes. Hoy, el día después… el aire huele a podrido, las calles languidecen
cenicientas, Ophelia nos ha regalado unas lágrimas, que han apagado los
restos de las hogueras. Y los gallegos, con el cansancio reflejado en
nuestros ennegrecidos rostros, observamos una profunda tristeza en la
tizonada cara de Galicia, cuyos verdes ojos… lloran… lágrimas de ceniza
M.P.N.D
Vigo, 16-10-2017