LAS LECCIONES DEL BREXIT O LAS TRIBULACIONES DE TERESA MAYO.-José Ignacio Aymerich Muñoz (*)

 

En mi artículo anterior El Estado-”nación” y el miedo de Madrid, daba mi opinión acerca de la causa que está detrás de muchos acontecimientos recientes. Es decir, el declive del llamado Estado-nación y las diversas reacciones a que está llevando.

Esta vez me ocuparé de un caso muy real, en ambos sentidos, porque se trata de una muy antigua Monarquía. Se trata del Brexit, un intento de ir contra la Historia.

Desde siempre el Reino Unido (desde hace muy poco más de 300 años) ha tenido intereses permanentes, pero no aliados permanentes. O de eso presumían. En la época gloriosa de su Imperio, un periódico llegó a publicar el titular “Niebla en el Canal, el Continente queda aislado”.

Esa mentalidad, que podía tener cierta base cuando “Rule, Britannia! Britannia, rule the waves!/Britons never, never, never shall be slaves.”, hoy carece de fundamento. Pero fue, junto a la abstención de muchos remainers, la que llevó a un triunfo, por la mínima, de los leavers. La Sra. Mayo, en su afán por pasar a la Historia como la segunda “Dama de Hierro”, desoyó a los que le sugirieron templar gaitas, con mucho más motivo los escoceses, y proclamó, siguiendo las enseñanzas de nuestro más insigne filósofo (“un plato es un plato y un vaso es un vaso”), “Brexit means Brexit”.

Les Luthiers en una de sus piezas hacían decir al narrador “Firme ante el enemigo Don Rodrigo” y continuaban “y Don Rodrigo firmó… la rendición”. Doña Teresa también firmó, la solicitud de aplicación del artículo 50 del Tratado de Lisboa. Ella creyó estar firmando una declaración de guerra, de la que salir victoriosa como la primera “Dama de Hierro” salió de las Malvinas. Iremos viendo lo que ocurre en la realidad.

La revista Prospect señalaba en el artículo The kingdom and the Republic: how the Irish border could derail Brexit, publicado en su número de setiembre de 2017, las dificultades que la, hasta ahora “invisible”, frontera entre el Norte y el resto de Irlanda podría acarrear al Brexit. La cuestión es bastante peliaguda. Por un lado la República de Irlanda no quiere volver a una frontera “visible” y dura; los irlandeses del Norte están divididos, los nacionalistas irlandeses quieren seguir como hasta ahora, mientras que los unionistas más inteligentes comprenden que la paz de la que disfrutan se basa en la frontera “invisible” y quieren mantenerla, la cuestión es a que precio, y los unionistas más radicales estarían dispuestos a sacrificar el “status quo” actual antes que poner barreras con el resto del Reino Unido.

Así que el gobierno británico propone una serie de alambicadas y ambiguas propuestas, que en esencia vienen a dar en que el Ulster mantendría un alineamiento de sus normas comerciales con las de la República. Un rodeo para evitar decir “con las de la UE”, esto plantea una cuestión, entre otras muchas, ¿aceptaría el Gobierno británico la interpretación que de esas normas “irlandesas” hiciese el TJUE?. Cuestión nada baladí, porque es “casus belli” entre los leavers más radicales.

Si el Gobierno británico consiguiese, cosa difícil, que se aceptase el alineamiento, esto generaría una barrera aduanera interna en el Reino Unido. Que sus socios de gobierno, el DUP (unionistas norirlandeses) no aceptan, porque interpretan que sería el primer paso para la unificación “de facto” de Irlanda.

Por si ese quebradero de cabeza para Doña Teresa no fuese suficiente, el Gobierno escocés, el galés y el Ayuntamiento de Londres piden que se les aplique el mismo régimen que al Ulster. Todo sea por no salir del Mercado Único. O sea que el Reino Unido estaría menos unido. “Solución”, aplicar el régimen norirlandés a todo el Reino Unido, Con lo que, casi, volveríamos a la casilla de salida. Mantenerse dentro del Mercado Único, solución que la muy inteligente Primera Ministra escocesa promueve, conlleva aceptar las tres libertades de circulación y la jurisdicción del TJUE. O sea que el Brexit solo significaría para el Reino Unido perder el acceso a los lugares donde todo se decide, sin ganar la “independencia” que algunos anhelaban.

En la República, de Irlanda, contemplan todo esto muy divertidos. The Guardian publicó un artículo de Fintan O’Toole (periodista de The Irish Times) titulado Hard Brexiters have just discovered Britain is weaker than Ireland. “¿Se ha convertido Irlanda en una potencia mundial?”, se pregunta O’Toole, “no, simplemente tiene el respaldo de los otros 26 Estados de la UE”.

Cuando estaba estaba en plena redacción de este artículo, surgió la noticia del acuerdo alcanzado por la UE y el Reino Unido, en la primera etapa de las negociaciones. En esencia, se llega a un acuerdo respecto a la “factura del divorcio” por un importe menor al pedido inicialmente por la UE, y la espinosa cuestión de Irlanda queda en el aire. El párrafo 49 dice que de no llegarse a un acuerdo sobre la frontera podría aplicarse el “alineamiento” a todo el Reino Unido. Pero siempre queda la opción para el Reino Unido de renunciar a acuerdo alguno y que el Brexit sea duro y total. La prensa, tanto británica como continental, se limitó a dar la noticia sin destacarla y sin demasiados comentarios ni valoraciones. Salvo la revista Prospect que publicó The 8th of December 2017: The day hard Brexit died.

Hay otros quebraderos de cabeza para Doña Teresa. Su admirada “Dama de Hierro” le asestó un duro golpe al sistema educativo británico en aras del “ahorro”, que llevó a un importante déficit de personal médico y sanitario. Este personal debió ser contratado, con altos salarios, en el extranjero. Muchos de estos sanitarios son ciudadanos europeos. Así como muchos profesores de Universidad. Ahora gran cantidad de ellos se plantean marcharse. Estos planes son aireados por la prensa partidaria de quedar en la UE o, por lo menos, marcharse lo menos posible. En esto pues, si que Doña Teresa culminaría la obra comenzada por Doña Margarita.

Se podrían enumerar otros muchos problemas, derivados del Brexit, de Doña Teresa (¿o deberíamos llamarle Pandora?) pero estimo que son suficientes para extraer lecciones.

La principal es que, tal como comentaba en mi anterior artículo, ningún Estado es hoy “realmente independiente”, ni siquiera la “monarquía más antigua”. Y que mas vale ser “cola de león”, Irlanda, que “cabeza de ratoncillo”, el Reino ¿Unido?. Es posible que el “león” tenga sus problemas, que los tiene y muchos, pero no deja de ser un “león”.

Por otro lado, todo esto es una lección para aquellas partes de los Estados miembros de la UE que quieren ser “independientes”. La UE no apoyará que ninguno de sus Estados miembros pierda población, territorio y riqueza, porque también los pierde la UE. El caso escocés, ¿y galés?, es diferente. Porque estas naciones quieren permanecer en la UE y el Estado al que pertenecen no. Apoyar una eventual independencia de Londres, tendría para la UE dos consecuencias, minimizar la pérdida de población, territorio y riqueza, y debilitar al ex-socio. Pero los Estados no celebran esta “lección”, porque saben que lo mismo se les puede aplicar a ellos.

Y la gran lección, para consumo interno, todo se puede negociar, hablar y argumentar.   Ni Francia envió a la Grande Armée ni Alemania a la Luftwaffe para intentar evitar que el Reino Unido se vaya de la UE. Simplemente le informaron del frío que hace ahí fuera, e Irlanda, con gran sorna, le puso el codo en el hombro. Lo cual no deja de ser un indicio de la confianza en la fuerza de sus propias posiciones. Isaac Asimov escribía, como lema de su ficticia Fundación, “La violencia es el último recurso de los incompetentes”. Se podrá argumentar que el Reino Unido está amparado por la legalidad europea al tomar su decisión, cierto es. Pero ¿le está sirviendo de algo, aparte de que su petición no haya acabado en la papelera?. Así que creo que siempre, sobre todo si la legalidad está de parte de uno, se debe utilizar la pedagogía y las mañas de un buen vendedor, en lugar de sacar el revolver a la primera de cambio.

(*) José Ignacio Aymerich Muñoz, Licenciado en CC. Económicas (USC) y Derecho (UNED). Jubilado de NCG, Abogado ya no ejerciente y librepensador mientras el cerebro aguante.

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