¿QUEREMOS SER ABEJAS REINAS?  Eva Martínez Acón*

Hace unos días leí un artículo que hablaba de las entonces candidatas del PP a las primarias, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, “ Soraya o Cospedal, ¿feministas o abejas reinas?” escrito por Berta González de Vega.  Probablemente si lo hubiese titulado de otra forma, no me hubiera llamado la atención, pero quise enterarme qué era eso de abeja reina y por qué no parecía compatible con ser feminista. El artículo en cuestión hacía una descripción de las cualidades y formación de cada una de ellas, todo meritorio y a reconocer, hasta llegar al meollo del asunto. Eran abejas reinas porque “habían triunfado en un entorno masculino sin cuotas”, esto es, en un entorno patriarcal.

Hace años, cuando me hablaban de cuotas, tenía mis reservas. Por una razón. Cualquier mujer que entrase en algún puesto de responsabilidad, su capacidad y méritos serían siempre cuestionados, ya que hiciese lo que hiciese, estaba ahí “por cuota”, no por mérito, currículum, formación, conocimiento.

En un mundo ideal, hablaríamos de personas y cualificación, pero lo que debiera ser, no lo es. Sin cuotas, no nos engañemos, muchas mujeres nunca hubieran llegado a tener puestos de responsabilidad y ya no digo solo en política. La cuota no es más que permitir el acceso a diferentes ámbitos meramente masculinos en el que hemos estado subrepresentadas hasta no hace muchos años. En política, obviando a la mitad de la población. En el ámbito privado, el no tener acceso a puestos de la más alta responsabilidad. La única manera de que mujeres capaces, formadas, con currículos brillantes tuvieran alguna oportunidad de demostrar su valía era por cuotas. E incluyo a Soraya y a Dolores ¿Acaso hubiesen tenido la posibilidad de demostrar sus capacidades si previamente no hubiese habido cuotas, si otras mujeres que estuvieron luchando por la igualdad y la paridad, no hubieran abierto el camino? Nunca lo sabremos.

Hay cierto sector al que le interesa demonizar el feminismo, como si éste fuera una reivindicación de hooligans por unos derechos que parecen conquistados. Nada más lejos de la realidad. Queda mucho por hacer. Que las instituciones estén facilitando medios y recursos para luchar contra las desigualdades, no significa que éstas no existan en otros ámbitos, empezando por el laboral, en el que la edad fértil es un problema para muchas empresas, la conciliación una quimera, los recursos muy limitados y son muchas las mujeres que tienen que optar entre la promoción profesional o ser madre.

Aún existe en nuestro subconsciente la asignación de roles y erradicarlos necesitan de reivindicaciones de colectivos feministas. Que no nos confundan. La aspiración no es ser abeja reina, no es llegar alto en un mundo de hombres, estructurado y configurado por hombres, sino hay que abolir cualquier desigualdad u obstáculo que impida alcanzar el éxito, la promoción personal y profesional. Es, en definitiva, el fin de las desigualdades en todos los ámbitos.  Como mujer que está en política reivindico la sororidad, la política en femenino, la no renuncia  a la maternidad y a la baja por ella ante el temor de que el ejercer ese derecho se vea como debilidad o incompatibilidad con el cargo, a que la conciliación no sea solo cosa de mujeres, a que al igual que se cuestiona la profesionalidad de una mujer pensando en que está en determinado puesto “por cuotas”, se tenga el mismo rasero con los hombres. Y todo esto se consigue desde el feminismo. Hago mías las palabras de Amelia Valcárcel “El feminismo no ha perdido hasta la fecha ninguna de las batallas en que se ha empeñado. Ha tardado más o menos en conseguir resultados, pero ha mantenido sus objetivos invariables”.

*Eva Martínez Acón es Secretaria General de los socialistas coruñeses, Licenciada en Derecho y profesional autónoma

 

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