VÉRTIGO.-José Luis Ortiz*

La circunstancia actual es muy especial: impulso de cambio de la paz social desde arriba y el impulso de paz social  desde abajo, desde los ciudadanos que sienten que peligra la democracia y  para ello acuden en masa a votar y a la fuerza de las urnas. Si estos dos impulsos se reconocen, encuentran y entienden en puntos centrales podría resurgir una segunda Transición en la historia de la democracia española después de 40 años.

La sociedad civil, sindicatos, organizaciones , ciudadanos comprometidos,  activa que trabaja desde hace años por la salud de la democracia entienden que en los procesos en los que se aúna la destrucción de la paz social, con la destrucción de la clase media y la situación de escasez de trabajo siempre ha llevado desde tiempos de Roma a situaciones de falta de libertad. En Roma pasaron de la República al Imperio, la Revolución francesa, la Revolución Rusa y toda la historia de los fascismos del siglo XX.

A eso hay que añadirle un conflicto que ha tenido un origen social y con una importante impronta política, el caso de Cataluña, que de forma errónea se ha pasado a la judicialización y eso ha derivado en dolor y un grave detrimento de valores y posibilidades políticas de soluciones satisfactorias, incrementadas por aquellos como la extrema derecha que ha buscado permanente la división de los ciudadanos en vez del camino del dialogo.

En razón al reconocimiento del carácter social y político, el conflicto catalán debe terminar mediante acuerdo, no mediante imposición ni legal, ni de otra forma draconiana, y la terminación política debe ser para emprender entre todos la construcción de un proyecto compartido para ambas partes. La dolorosa experiencia del conflicto debe dejar una lección positiva: no más rebelión, no más discrepancias, respeto a la opinión y a la vida de hombres y mujeres, en toda condición y circunstancia, porque somos una democracia que debe avanzar con el protagonismo de los ciudadanos y ciudadanas y las diferentes formaciones políticas.

La sociedad civil en conflicto acoge, entre esperanzada y cautelosa, el emprendimiento de nuevos diálogos para la solución y para ello los actores que se sienten en la mesa deben ser conscientes que la sociedad espera un acuerdo para la terminación definitiva de la confrontación. 

.El pueblo en la lucha por la democracia tiene una realidad compleja, pues la realidad es así

La lucha por el entendimiento y la solución, en el momento embrionario en que hoy está, es preciso entenderla en las indecisiones de los actores enfrentados y que no saben como  bajarse de ella.

Para ello se requiere sabiduría: no ser ingenuos, pero tampoco ser miopes. Se requiere capacidad de asombro y junto con ella capacidad de innovación: lo que está pasando hoy no es simplemente la repetición de lo que pasó ayer, allá por el siglo XX entre 1918 y 1934.

La verdadera generosidad con el futuro consiste en dar todo al presente actual.

Hoy, unos y otros podemos hacer uso de la imaginación instituyente y de la voluntad constituyente para crear una realidad política nueva en la cual nos reinsertemos todos. La solución es la posibilidad de un nuevo comienzo para todos, no es maximizar el entendimiento sino entender que el camino comienza estrecho, pero se amplía hacia el futuro.

Por eso las iniciativas venideras tienen que ver con mucha inteligencia y mucha paciencia y esforzarse en comprender las complejas realidades actuales y en base a la comprensión emprender acciones asertivas y certeras hacia el futuro.

Este contexto está dificultado por la voracidad de la economía y de una política que no hace que se desarrolle la evolución social.

El papel de la sociedad en este caso no es vacilar en coadyuvar con propuestas y condiciones favorables y atrevidas en ocasiones para un nuevo proyecto compartido de Estado que ya está en camino.

Se requiere para ello imaginación instituyente y voluntad constituyente.

El método no es de homogenización de la sociedad y anulación del juego de pluralidad que constituye su riqueza, es de articulación y canalización de capacidades construyendo participativamente marcos de referencia para la acción y la convergencia; no es unidad sino unión alrededor de puntos que se respaldan con la fuerza de la movilización como expresión del civilismo radical democrático que marca hoy la vida del país.

*José Luis Ortiz Güell, funcionario

 

Acerca de Contraposición

Un Foro de Estudios Políticos (FEP) que aspira a centrar el debate sobre los diversos temas que afectan a la sociedad desde la transversalidad, la tolerancia, la libertad de expresión y opinión. Desvinculado de corrientes políticas o ideologías organizadas, pero abierto a todas en general, desde su vocación de Librepensamiento, solo fija como límite de expresión, el respeto a las personas y a la convivencia democrática. El FEP se siente vinculado a los valores republicanos, laicos y civilistas como base de una sociedad de librepensadores sólidamente enraizada en los principios de Libertad, Igualdad, Fraternidad.
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