“Clamé al cielo, y no me oyó.
Mas, si sus puertas me cierra,
de mis pasos en la Tierra
responda el cielo, no yo.”
Tal podría decir el Sr. Presidente del Gobierno invocando a D. José Zorrilla cuando predica en el desierto reclamando la necesidad de un acuerdo programático y legislativo como base del desarrollo de políticas de progreso, haciendo hincapié en un marco cooperado durante la legislatura… La respuesta en forma de mantra le tacha de dejadez, abandono, irresponsabilidad y ánimo perverso que amenaza con convocar elecciones.
Que el Sr Iglesias y su segunda al mando, la Sra. Montero, se consideren depositarios de las esencias y valores morales de la izquierda, es algo a lo que tienen perfecto derecho. Otra cosa es que la ciudadanía coincida con tal apreciación. Que dicho tándem dirigente construya un relato en el que como razón infusa de su indeclinable anisa de poltronas ministeriales esté la convicción de que solo así se garantiza la pureza, la independencia del ejecutivo y la multiplicación de los panes y los peces sociales, es algo perfectamente aceptable en la perspectiva de su fertilidad imaginativa. Es entendible que les ilusione creerlo, al igual que sus más devotos fieles hagan de ello dogma de fe.
Como el tema tiene “sillones”, y acusaciones de las unas a los otros de apego a tan mullidas monturas, procede refrescar la memoria. 2016. Con urgida soberbia y prepotencia, que se podría considerar escasa de decoro, “el uno” exponía urbi et orbi la lista de la compra, mientras “el otro” aún rendía audiencia con el Jefe del Estado.
Tres años más tarde, a poco de las elecciones, la segunda al mando morado, se manifestaba impaciente “por sillones” marcando no solo las poltronas sino las posaderas apropiadas a las mismas. Y el tema de su decisivo aval de las esencias cívicas como eje dialectico. Algo que pudiera invitar a la travesura de recordar la pregunta del director bancario a un ufano avalista del solicitante de un préstamo… ¿y a usted, quien le avala?..
Anda el trió de Colón desolado rasgándose la túnica y clamando a voz en cuello por “su Navarra”, que no acertaron a defender con votos… Claman y destilan odio, mientras procesionan con ramos al Santuario de VOX para que se les aparezca Fátima en los Madriles, en tierras de Murcia o allá donde fueren menester…
Una voz “agirautada” pide que le lean los labios… ¿Cuáles? …¿los de su pasado rojillo? ¿Los de su momento azul pepero? ¿los naranja de hoy?…o simplemente los morritos manchados del café que no es pacto, sino horas de piadoso retiro espiritual en el Monasterio de VOX… Cada vez más la rivera política es un impúdico escenario donde las rayas y los capirotes penitenciales se caen, para a cara descubierta cantar misa coral a tres voces, cara al sol y con la casulla nueva…Que a fin de cuentas, lo que el presupuesto une, que la decencia política no lo separe.
Aúlla la Sra. Arrimadas y embiste desde su afición taurina. Cornea a la izquierda por el mal trago para su orgullo en el Orgullo. Encoleriza a esta señora, cuyo oficio y beneficio es provocar y encrespar al prójimo allá por donde pasa, que pongan en evidencia su incoherencia… Se desgañita al borde del pataleta intentando mostrar que el cabreo del respetable no es por su obscena hipocresía hoy aquí, cuando ayer allí se cogen de la mano de sus socios de la extrema-derecha habilitando sus aberraciones de género…No…Es porque cuarenta y tantos millones de ciudadanas y ciudadanos son todos fascistas, menos, -por supuesto-, la Matrona de la Indecencia Democrática. Por ello ni un reproche a “La Vox de su Amo” sino a la perfidia izquierdista-marxista-comunista-bolivariana… y tal y tal… que diría aquel Gil que también se decía liberal…
Monipodio irritado reclama la honorabilidad de su patio ante tal exhibición. En tanto el Trió de Colon, (con la misma catadura moral que el de las Azores) hace “política” única, del plebiscito contra el Sr. Presidente, con ánimo de “sotenella y no enmendalla”, aunque las urnas les den la espalda.
La política amenaza convertirse en rompeolas de la hipocresía, la falacia, la estulticia y el egoísmo. Todo importa, menos el bien común. Se arrastra al desconcierto a una ciudadana que sigue divorciándose de la clase política. Es posible que este rompeolas de la falacia y la hipocresía que es la política del actual, conduzca a nuevas elecciones… Los padres del engendro son muy identificables aunque se pongan de perfil ante la ciudadanía. Y alguno con experiencia todavía fresca.
*Antonio Campos Romay ha sido diputado en el Parlamento de Galicia