Su madre preparó una habitación y la dividió en dos. Una mitad la pintó de color azul cielo, y la otra de color rosa. En la parte azul cielo colocó una cuna de metal azul, con barrotes azules. Y la parte rosa la adorno con una cuna de madera rosa, con un protector de rejilla con dibujos de corazones rosas. A Alex le dio la parte azul, y a su hermana gemela Alexia, la parte rosa. A Alex no le gustaba la repartición de colores, y trepaba por los barrotes de su cuna para ir a la de su hermana. Y su madre dijo: ¡no!
Cuando Alex y Alexia fueron al colegio… a Alex lo vistieron con un mandilón azul de manga larga, con muchos botones, y sin bolsillos. A Alexia la adornaron con un mandilón rosa de manga corta, con cremallera, y bolsillos de volantes. A Alex le gustaba el mandilón de Alexia… y su profesora dijo: ¡no!
Cuando Alex tenía catorce años e iba al instituto… se vestía igual que su hermana Alexia: pantalones ceñidos de color rosa, camiseta muy cenídisima de color rosa, y bailarina rosas. A Alexia las miradas le cantaban al pasar: “ ¡Guapa pibón, bonita bombón! Y Alex, siempre escuchaba a su espalda las risas de la misma canción: “ ¡Pajarito sarasón, mariposa… maricón”! Alex quiso seguir llevando la misma camiseta y el mismo pantalón… y los alumnos dijeron: ¡no!
Alex quiso ir a la universidad y ser notario, pero su padre dijo: ¡no! Tenía que ser peluquero, modisto o pintor. Alexia fue abogada… y Alex fue diseñador.
Alex tenía 32 años… cuando salió de su taller de costura, y desde la acera de enfrente cuatro pares de ojos, calzados con botas militares y esvásticas nazis, vieron su abrigo rosa y su bolso de Dior, y dijeron :¡no!… Y le salieron al paso, y le rompieron un tacón, el cuerpo y el alma… y lo dejaron acurrucadito en un rincón.
En su cuna negra de madera… lo vistieron de azul marino, con una corbata y un traje muy masculino, con zapatos de cordón y una camisa blanca inmaculada, de hombre hombretón. Cuando lo iban a tapar con su mantita de tierra… calló un enorme chaparrón, y el cielo lloraba mientras los allí reunidos le cantaban una canción, con mucha lágrima y mucha oración: “ Padre nuestro, que estás en los cielos…”
Y dejó de llover… y un arco iris adornó el cielo, se sentó sobre la mantita de tierra de Alex, y le cantó una canción: “ Tengo una muñeca vestida de azul, con su camisita y su canesú. La saqué a paseo se me constipo. La tengo en la cama con mucho… dolor”.
Copyright- María Purificación Nogueira Dominguez.