Recientemente, observaba un post en una red social, muy crítico con la Sra Ministra de Derechos Humanos de la República federativa de Brasil. Las razones de la crítica, se relacionaban con la singular y extravagante opinión de la evangelista Señora, en la que afirmaba que las violacones de niñas en el estado de Pará, se debían a que por su pobreza, no podían proveerse de ropa interior.
Ponía la señora por delante tres importantes cuestiones:
-En primer lugar, se trata de la violación de niñas, nada dice de los varones, que al parecer no siguen igual suerte. Luego, es un problema de género.
-En segundo lugar, la cuestión de la desnudez, sugiriendo implícitamente, que ello sería el estímulo insalvable para los impulsos sexuales de los varones, que ser verían irremisiblemente empujados a ejercer sobre ellas la violencia sexual.
-En tercer lugar, se trata de niñas pobres. Esta parte, solo la aborda parcialmente la Sra Ministra, puesto que propone como solución impulsar una fábrica de bragas para resolver la cuestión. Da la impresión de que no resolvería el problema de la pobreza, pero se supone que resolvería el problema de la violación.
La simplicidad con la que la Sra Ministra aborda la cuestión, causa profunda desazón; pero a mi me causó mas sorpresa el comentario de un varón patrio, que con toda la osadía y sin rubor aparente, además de una extraña referencia a la atracción de la gravedad, inquiría a la “progresía”, dicho ello en tono peyorativo, sobre las soluciones para la “atracción sexual”.
Textualmente decía: ¿cuál es la fórmula de la progresía, para limitar la atracción de los sexos?
No se lo que opinará la “progresía” a la que el caballero hispano quería referirse, pero yo podría decirle lo que opinaría una persona con sentido común.
En primer lugar, le diría que la atracción de los sexos, no debería limitarse bajo ningún concepto. A no ser que se trate de varones enfermos, que confundan la atracción sexual con la simple tenencia o no de bragas por parte de las damas. Recuerde el comunicante, que el sexo no está solo en los órganos sexuales. La atracción sexual y su gestión, reside básicamente en el cerebro.
En segundo lugar, como bien sabrá el comunicante, la atracción sexual por si misma, con bragas o sin ellas, no concede ningún derecho al atraído, sino que requiere incluso en el mundo animal, el consentimiento de la otra parte. Y esto es lo fundamental.
En tercer lugar y por último, el sexo forma parte indisociable de la naturaleza particular de los seres humanos y de sus relaciones. Pero el respeto entre seres humanos, sea cual sea su género, incluye el derecho a la integridad física y moral, lo que implica el respeto a la voluntad personal en cuanto a mantener o no relaciones sexuales.
Artículo 15 de la Constitución Española: Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Queda abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra.
No se me ocurre que ninguna mente sana ni ninguna creencia moral o religiosa, pueda justificar lo contrario. Además el Código Penal, a pesar de sus interpretaciones, es claro al respecto.
Tengo la impresión de que nos queda un largo camino hacia la libertad y que las creencias religiosas, la ignorancia y las “tradiciones” no son buenas compañeras de viaje.
PD: Lo de “progresía” en tono peyorativo, no me afecta; pero me preocuparía que ello pudiera decirse desde la “regresía militante”.
(*) Jesús Penedo Pallas, Ingeniero Técnico Industrial, Licenciado en derecho, Secretario del Patronato de la Fundación Adcor y jubilado de la Función pública.