Dicen… los viejos de nuestro país… que antaño La Libertad vestía de luto y La Miseria económica, social e intelectual, eran las plañideras que la acompañaban, en un tiempo de un salvaje fascismo que ensuciaba las calles con violencia y las lavaba con lágrimas en los Campos Santos.
Dicen… que mataron a Lorca por poeta, rojo, masón… y maricón. Que sentenciaron a Miguel Hernández por soñar para el pueblo llano… una vida mejor. Que vieron a los poetas andaluces saltar Los Pirineos y andar haciendo caminos de tristeza … al volver la vista atrás.
Dicen… que los gallegos llenaron maletas y baúles de morriña, chaquetas negras y sombreros, y embarcaron el luto hacia el otro lado del océano. Que su acento era imperfecto, que su bandera una ofensa, que los hijos de Breogán eran unos catetos ¡ Ay, si lo supiese Rosalía de Castro, que era de Santiago, tan riquiña, tan gallega… ¡Cuántas lágrimas de letras derramaría a diario!
Dicen… que quemaron las banderas de los pueblos, y quitaron los acentos de las calles, porque hablar cervantino era obligado. Que “los terroristas vascos y catalanes”, “ los rojos asturianos de la mina”, “los andaluces… aceituneros altivos”, todos y cada uno de ellos tenían que hablar la lengua del fascismo … Y les enseñaron en los pupitres de Guernica, en las pizarras de Barcelona, con los carboncillos de Mieres, con las tizas de Jaén… les enseñaron las sílabas del bombardeo.
Dicen… que los hombres tenían que ser los machos que mandasen en el cotarro familiar, y las mujeres las obedientes, para quienes la semana tenía siete días de sumisión… y concepción. Y para ellos, cinco días para explotar al obrero, un día para ir de toros y puros, y de putas… sexo y goce sin control. Y el domingo para ir a misa con la santa esposa y los hijos de la nueva degeneración… y ocupar la bancada de la poderosa Inquisición.
Dicen… que “ los rojos” tenían cuernos y rabo, que pertenecían a una raza infernal, nacidos para obedecer, trabajar y no pensar. Y si la cosa del sometimiento “se estropeaba”, también para encarcelarlos o matarlos… Que durante muchos muchos años, lloraron los españoles sumidos en la pobreza, la privación de libertad e igualdad, hasta que El Dictador fue colocado bajo una losa, y con él, su poder de destrucción.
Dicen… los jóvenes de ahora… que el fascismo nunca se marchó, que esperó agazapado entre las sombras, para volver más fuerte, y con más hambre de los otros… los rojos, y con mayor disposición. Que se ha extendido por todo el planeta. Que vieron al Cristo Corcovado meditabundo, con las manos tapándose la cara, por la playa de Copacabana, mientras ardían las favelas… y sus hijos morían en ellas. Que en México escucharon sollozar a Chavela Vargas, rompiendo La Llorona en su guitarra… y que toda Latinoamérica lloraba… y lloraba. Que la Estatua de La Libertad corría, enajenada, por Manhattan, rompiendo con su antorcha los rascacielos y millones de negros la acompañaban. Que en la Fontana Di Trevi, Neptuno recogía monedas del fondo de la fuente, y las arrojaba al suelo, con la ira reflejada en la frente. Que Van Gogh, desde un cielo azul prusia, salpicado de nubes blanco de zinc y estrellas amarillo cadmio, observaba la locura de aquellos seres tan violentos, y susurraba al oído de Beethoven: ¡ toca algo, chaval!… algo en tono muy alto… que no se escuchen sus berridos satánicos. Que La Cibeles aceleraba su carro, tirado por dos leones alados, con destino muy lejano. Que La Giralda se quitaba sus tacones, su bata dorada, y caminaba arrastrando su pesar descalza y derrotada. Que, desde el Obradoiro de Santiago, El Apóstol emprendió un peregrinaje con destino al desierto del Sahara, con una vara en su maleta, una vieira y una calabaza. Y… que el hijo de un Dios y una tal María, proletario e igualitario, los señalaba con el dedo … y les maldecía.
Y digo yo… que soy de parcos decires, que no vamos a permitir que nuestros platos vuelvan a estar vacíos, que nuestros muertos sigan en las cunetas tapados por el olvido, que no vamos volver a agachar la oreja… ni a levantar la guardia. Que el fascismo no está de moda, que la muerte va muy cara, y que no nos da la gana. Y que… El Pueblo que habla unido… jamás será desoído.
“ Os bos e xenerosos a nosa voz entenden e con arroubo atenden o noso ronco son. Mais só os iñorantes, e féridos e duros, imbéciles e escuros… non nos entenden, non” ( Una parte del Himno Gallego).
“ Los buenos y generosos nuestra voz entienden, y con arrobo atienden nuestro ronco sonido. Pero solo los ignorantes, y salvajes y duros, imbéciles y oscuros, no nos entienden, no” .