Observaba la inmaculada blancura de aquel lienzo, la frescura, la sencillez de lo pequeño, despacito y en silencio como lo hacen los artistas de El Pueblo… Y fue entonces cuando los vio llegar por la derecha e introducirse en el lienzo con violencia, imprimiendo una extrema oscuridad, que reflejaba lejanía y frialdad, exenta de cualquier rastro de belleza. Seis eran seis los hijos de Las Tinieblas. Seis eran seis, o quizá más, y ninguno venía… en son de paz.
– Era… un militar que abrillantaba, con esmero, los distinguidos trofeos de su difunto abuelo, que tenía tantas cruces en el pecho como en el suelo… de las cunetas y los cementerios. Era la canibalesca máscara de Hannibal Lecter asomándose a una cuna. La sombra de Norman Bates reflejada en una cortina de ducha, iniciando con su madre, por un cuchillo, una cruenta lucha. Jack El Destripador silbando un asesinato, caminando por Whitechapel, sonriente y sin prisa. Un siniestro misil apuntando a la sonrisa… de Mona Lisa.
- Era… un juez que escondía la justicia bajo su toga, prostituía la ley en favor de su billetera, que engordaba al mismo tiempo que su honradez adelgazaba… y vendía su birrete en un infausto sainete. Era una meretriz sin esquina en el Madrid… de Sabina. Una musa de alquiler en el paraíso tahitiano… de “ Goguén” ( Gauguin).
-Era… un sa… cerdote que, desde su púlpito, ordenaba creencias y manipulaba existencias, haciendo el sometimiento sagrado y del libre albedrío… pecado. Mientras, a diestro, regalaba parcelas en el cielo, a siniestro sublimaba su desaforo sexual en el suelo… con pantaloncitos infantiles de tiernas criaturas, en las que enfriaba su sacra calentura. Era tan inmoral como un entierro ateo, con corbatas y zapatos de charol negros, con cruces, rezos… y velos. Una beata abandonada al placer en un sueño erótico… con Jesús de Nazaret. Un onanista realista en un boceto de Dalí… de un Cristo con corona de rosas… mosquetas, y en los clavos de sus manos… dos escopetas.
- Era… un político corrupto que, desde su atril, gritaba libertad e igualdad, trabajo para el obrero, pero, en la oscuridad de su verdad, era un homo machistanderthal mayoritariamente acavernado y minoritariamente evolucionado. El marqué de Sade en una alcoba empapado en alcohol… iracundo y maltratador. Bisutería barata, enemigo de Tiffany y Cartier, que a los obreros les daba para comer… hiel. ¡Menuda joya de saldo, falsa, era él! De libertad tan precaria como La Maja Desnuda de Goya… envuelta en una toalla.
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Era… un conde, un duque… un rey, tan innoble como un borrón de tinta china en una gorda de Botero. Una sombra sin barniz, una nariz sin pegar, un hombre de perfil. Bajo sus venas de sangre azul se escondía el color ocre… de los mediocres. Ni los zapatos rusos de Diego Rivera, ni las botas de Van Gogh, tenía la misma distinción que… unas alpargatas low cost.
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Era… un amo, un empresario, “ un señor”, un dueño… del sudor ajeno. Desparasitado de honradez. Un esclavista arribista, economista de sucesos de revista. Era un whisky escocés, con hielo picado hasta el borde de… la avaricia, servido en jarra… y de nombre Mac Carra. Un escuálido ectoplásmico reflejo, sin moneda bajo puerta, sin el barro de Demi Moore, un fantasma sin alma, sin ternura. No, no era Ghost… era un mísero estafador. Tan patético como el autorretrato de El Greco… pintado en color rosa, y ataviado con una tanga libidinosa.
Así de sombras, mal dibujadas, mal pintadas… malparidas, tenía El Fascismo, iluminado para la destrucción… negado para la construcción. Tenía una grieta en la sensibilidad y una viga con carcoma… apuntalando su corazón.
Y… yo, que soy de lienzo y pincel sencillo, voy a pintar, con mucha calma, los colores que me salen… del alma:
“ Que todos los uniformes estén por encima del blanco… de titanio. Que todos los dioses e ideas estén por encima del color… pastel. Que todos los amos y reyes estén por debajo de la tierra… de siena. Que el color de la Libertad sea la de El Pueblo. Que la Belleza creativa sea la Igualdad. Que El Arte sea la Solidaridad… y ¡ que llueva, que llueva!… y que las justicieras gotas… borren las malditas sombras negras”.
María Purificación Nogueira Domínguez.