Por José Luis Ortiz*
Existen pueblos dignos y muchos políticos pobres de espíritu, ricos y sin dignidad. ¿Qué es antes la libertad o la dignidad?
La verdad que sin libertad no puede existir la dignidad. Lo malo es que esta situación el COVID-19 nos ha robado la dignidad, y están buscando con terminar con la libertad.
Se roba la dignidad, cuando se obvian los derechos humanos, como los derechos de expresión, de manifestación, educación, sanidad y tantos más.

Nos han robado, secuestrado lo menos desde marzo de este año los derechos que creíamos tener, pero ahora no existen.
Aún nos queda la libertad, aunque con ella no se coma. La libertad es la soberanía nacional real y no delega nunca con la pasividad (no ir a votar) o la activa (voto nulo), pues son votos perdidos fragmentos tirados de nuestra libertad, que es la verdadera bandera del mundo.
Debemos recuperar esa dignidad que nos han robado y que quieren seguir haciéndolo, reclamarla y defenderla.
La Declaración Universal de los Derechos del Hombre que, en su artículo 1, dice: «Todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.» ¡Qué bonita es la letra sin música! Libres e iguales, con razón y conciencia, pero sin libertad, pisoteada, enjaulada, aprisionada por leyes injustas redactadas por hombres que no tuviesen ni conciencia ni razón, esas que nos abren el camino de la libertad e igualdad, y el resto de los derechos humanos, constitucionales, injustamente pisoteados, olvidados, quebrados, aunque nunca olvidados.
Algunos quieren y de hecho están fragmentando la democracia, la están vaciando de su contenido y si nos recortan la libertad sólo viviremos como seres indignos y entonces si que morirá definitivamente la libertad.
¿Cómo es posible que un minúsculo organismo de un cuarto de micra emerja y cambie el mundo?
Cuando aflora la tentación de la explotación política de la situación de catástrofe que vivimos, y es lo que se está haciendo, de forma masiva y global, es necesario proclamar, más que nunca, que nuestro marco de libertades no puede ser menoscabado. El derecho a la información resulta esencial en las sociedades libres. Solo así cabe acceder a la verdad. A la verdad de los datos, la de los hechos que el conocimiento científico proporciona, la de las propuestas que la tecnología tiene para avanzar. La salida de la pandemia sólo puede ser completa en libertad, no por imposición de una verdad oficial y manipulada para determinados intereses partidistas, personales y nada objetivos.

*José Luis Ortiz, funcionario