Hablar despectivamente del cultivo de la memoria de la historia acaecida, es no entender que ante el fascismo que acecha es preciso tener presentes recuerdos que por amargos que resulten, son de indispensable conocimiento. No es abocarse a un semillero de nostalgias, sino acodarse en la experiencia habida, sufrida, para no repetirla.

Lo que llaman nueva normalidad es nostalgia, tumba de la naturalidad y de las muestras de afecto. Una invitación a mirar al ayer contemplando cómo se desvanecen tantas cosas en el sepulcro de la memoria. Que la vida se convierta en escombros, es drama que embarga a una gran mayoría. Pero para no pocos infames logreros, es solo oportunidad para torcer las urnas…
Somos un pueblo sacrificado, con una historia rota, triste la más de las veces. Con tendencia a anclarse en la periferia del Siglo de Oro, -abundante de hidalgos muertos de hambre que ponen migas de pan en la barba para semejar venir de suculento banquete y granujería como mayor industria-…
Un pueblo que trabaja cuando encuentra en que, para poder sobrevivir. En muchos casos para a duras penas poner un plato en la mesa y tener un techo bajo el que albergarse. Lo que no obsta para que sabios doctores en ingeniería financiera de casino y especulación, titulares de pingues beneficios a costa de sudores ajenos, lo condenen por vivir “por encima de sus posibilidades”…
Tiempos frenéticos en los que lo que ayer importaba hoy ya no alcanza a despertar interés y lo que puede traer el presente con clamoroso reclamo en no pocos casos al despuntar el nuevo día dejará de ser importante. La angustia convive con la ciudadanía en un carrusel de emociones. La vida de las buenas gentes, esas que forman gran mayoría en comedido silencio, está henchida de todo tipo de sentimientos, muchos de ellos tristes e inevitables, algunos tiernos, otros ásperos y nunca ajenos de contradicciones…porque su corazón es una sístole y diástole de sueños y esperanzas. Todo lo contrario a lo que le ocurre al fascismo, que en palabras de Miguel Hernández “le sobra el corazón”…
Deslealtad, traición, infamia, avaricia, corrupción, latrocinio, mentiras… Ejercitadas con soberbia impudicia, con voces altivas de Plaza de Colón. Invocando patrias yermas de sentido, babeando odio envueltos en banderas cuyo cromatismo convierten no en símbolo de nación sino de facción… Quizás momento es de dejar el eufemismo como propone Gómez Pereira en su película, ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? , y empezar a hablar de avanzadilla del fascismo ante un escaño del Senado convertido en Palmar de Troya, ante la labor de derribo por cualquier vía y sin para en metodología, de un gobierno por unos conjurados que han casado sus intenciones esgrimiendo la Constitución o ensucian el termino Libertad con fines contarios a ella…
Gruñe el fascismo que asoma su hocico al hozar en su pocilga y olisquear una nación abatida considerándola propicio caldo de cultivo. Pero “más pronto que tarde” como advirtió en difícil hora el doctor inmolado en La Moneda, “se abrirán las grandes avenidas”…. Ayer, mañana, hoy el coro de desengañados, presuntos moribundos alzaran su voz y su corazones de hombres y mujeres hornadas para escribir la historia tantas veces robada
Los testigos abrumados ante las falacias indignas, de los canallas que quieren fabricar votos con virus ignorando el dolor y la muerte. Que humillan doblemente a los muertos…Los condenaron por su siniestra política de desbaratar la sanidad pública para entregarla como trofeo a las fauces de especuladores hambrientos de convertirla en sucio negocio y ahora convierten sus cadáveres en cifras jugando desalmados con ellos como armas arrojadizas, ignorando su calidad de seres humanos…
Es bochornosa la deshonra que alcanzan las poltronas de la Ínsula de Barataria donde un zafio Sancho Panza desdoblado en varón y hembra, adueñados de la ínsula que algún esperpento les dio a entender se llamaba “ Barataria”, “o ya porque el lugar se llamaba «Baratario», o ya por lo barato con que se le había dado el gobierno y la capital del reino de Barataria”…y siguieron torpes en su orgia de dislate y desafuero, hasta que perdida la paciencia del mas paciente de los hombres, llegó, no como “El comandante”, sino como “El Ministro” y “mando parar”… Calma gélida e intento desesperado por frenar el devenir sanitario superando marrullerías políticas y leguleyas de pervertida doctrina. Hasta desde el Sur, donde el Guadalquivir muere, y en boca de uno de los suyos, llegan ecos bendiciendo la medida
Parpadean inquietantes indicadores rojos advirtiendo que hierven las calderas en las que danzan maléficos los viejos demonios hispanos, el cutrerío eterno que borbotea su infamia cuando oyen hablar de solidaridad, o cuando sienten que nutridas sumas pueden pasar lejos de sus dedos usureros y codiciosos, siguiendo caminos sociales.
Mientras, sigue clavado en nuestra alma el dolor que augura Machado encomendando a Dios la guarda del españolito despistado que al mundo vine…al que una de las dos España le helará el corazón.
*Antonio Campos Romay ha sido diputado en el Parlamento de Galicia