
Tras los esfuerzos desplegados por el Gobierno de España y su Presidente, vamos a participar en lo que podría ser un “Plan Marshall II” concebido para reconstruir la economía europea, paliando el tsunami económico que representó la pandemia. En el primero, finalizada la II Guerra Mundial, se nos dejó fuera con la excusa hipócrita de castigar un régimen criminal y totalitario. Un acto de cinismo, pues mientras el látigo caía sobre la ciudadanía, yanquis y británicos en privado se sentían muy cómodos con un régimen que habían apoyado subrepticiamente en la guerra civil, usando luego al dictador como su peón.
Hoy en otras circunstancias, el cuerno de la abundancia es europeo. Dinero del que dispondremos pese al denodado esfuerzo para boicotear su llegada del Sr. Casado, que incapaz de ganar una sola elección, se apropia patético de los resultados obtenidos por la Sra. Ayuso.
Mintió, obstruyó, e impulso campañas difamatorias en los foros europeos contra España, representada por su gobierno legítimo, para que no llegase un euro comunitario a nuestro país. Su obsesión, en la que el interés común carece de importancia, es dinamitar al gobierno por cualquier medio para llegar a La Moncloa, aun a costa de una mayor agonía del país.
Este caballero habla de un cambio de ciclo. Cabe suponer que no se refiere a la organización que dirige, enfangada en su ciclo judicial con pesadas mochilas repletas de fantasmas, por uso y actuaciones inicuas de la política.
Clama por un adelanto electoral cuando el sentido de estado aconseja dedicar todos los esfuerzos a enjugar los daños sufridos por la pandemia. Oxigenar las estructuras económicas, impulsar los diversos sectores productivos, profundizar políticas solidarias, o cerrar la brecha social abierta por el gobierno conservador durante la Gran Estafa. Ignora frívolamente que en este momento crítico, lo que está en juego es salir en condiciones aceptables, o condenados a la indigencia por varias décadas.
Mientras se disparan las alarmas económicas y sociales toca lidiar con una derecha montaraz subordinada a la extrema derecha. Sin hoja de ruta definida. Con la hipoteca de la política catalana sumida en descarnadas luchas de poder en el campo separatista con abandono de la gestión de la res publica. Aferrados a un discurso cansino en permanente pulso con la convivencia en común. Con una gravísima crisis humanitaria en el Estrecho y la frontera sur de la UE manejada a su antojo por el sátrapa marroquí, en la que nuevamente el Sr. Casado muestra su textura moral. El relato de desasosiegos se hace largo. Inquieta que ante ellos el líder opositor como única propuesta, se aferre a la más desquiciada. El adelanto electoral.
La mayoría parlamentaria en que se apoya el gobierno de coalición no es la más cómoda, y sin duda no será fácil la andadura hasta el final de la legislatura. No es nada nuevo. Así fue desde el primer día. Pero deducir de ello la necesidad de un adelanto electoral es de un oportunismo disparatado. Sabiendo que en el mejor de los casos, lo que este ofrecería sería un panorama muy similar al actual. O puestos en lo peor, con la extrema derecha ocupando poltronas en el Consejo de Ministros.
Lo único garantizado seria la parálisis de la acción de gobierno justo cuando ejecutivo, instituciones y agentes sociales debieran aplicar todo su tiempo a rentabilizar los fondos europeos y la oposición, desde un mínimo compromiso con el interés colectivo, colaborando y haciendo aportaciones útiles.
El gobierno coaligado con sus luces y sombras, se agranda como mejor opción posible cuando la alternativa es el tándem, Casado-Abascal con Aznar al fondo, la Conferencia Episcopal en la sombra y lo más rancio de los sectores económicos afilando sus garras. Algo que debe invitar al ejecutivo a una seria reflexión y a un esfuerzo de cohesión cara a los dos años que restan.
Parece aconsejable abordar una remodelación del Consejo que contemple algún relevo en aras de una mayor eficacia. Y su redimensión, devolviendo a Direcciones Generales y Secretarias de Estado carteras ministeriales que nunca debieron ser tales. Sin menoscabo de los compromisos del pacto de gobierno. Evitando al tiempo reiterar comportamientos que oscurecen lo que está siendo una gestión eficaz, incluso brillante en algún aspecto.
Es necesario fortalecer el liderazgo. En línea con la agilidad mostrada por el Presidente con su presencia en Ceuta y Melilla, mostrando compromiso y firmeza en la crisis, enmendando la torpe actuación de la Sra. Ministra de Exteriores. Erradicando ridículos y extemporáneos roces interministeriales. O enquistarse en actitudes incomprensibles para aquellos que respaldan su acción, en tanto esta representa progreso, solidaridad y modernización.
Robustecer una acción de gobierno que salvaguarde los intereses de la ciudadanía del riesgo de que se vean comprometidos por la demología bananera de patriotas de hojalata ávidos de clavar sus garfios en los resortes de poder que les permitan hincar el diente en los fondos por venir, haciendo de la patria negocio y del sufrimiento de la sociedad, lucro.
*Antonio Campos Romay ha sido diputado en el Parlamento de Galicia.