¡MALDITAS FRONTERAS!.-Jesús Penedo Pallas*

“Las fronteras son cicatrices que la historia ha dejado sobre la piel de la tierra, grabadas a sangre y fuego. No levantemos más”. Josep Borrell Fontelles el 8 de octubre de 2017.

Como si aquella frase resultase premonitoria, Don Josep Borrell, sirvió como ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Gobierno de España entre junio de 2018 y noviembre de 2019. Desde el 1 de diciembre de 2019 ocupa el cargo de alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, en el ejecutivo comunitario de Ursula von der Leyen.

Y tarea no le falta al hombre. Las relaciones internacionales, atraviesan una etapa de complejidad creciente, fruto del debilitamiento del multilateralismo por un lado y de los cambios de dimensión de las potencias dominantes por otro. Todo ello, lleva a una disfunción de los instrumentos multilaterales, que requeriría una revisión seria, pero esa es otra cuestión.

Las fronteras de Europa, son fuente de tensión permanente, por mas que el foco de las noticias, se mueva con relativa facilidad de unos lugares a otros. Y la intensidad de esos focos, a menudo guarda relación con los intereses internos de los países protagonistas. La frontera greco-turca, la de Italia con el norte de Africa y sobre todo con Libia, la de España con Marruecos, la Rusia con Ucrania y en este momento, la de Bielorrusia con Polonia; son ejemplos de focos de conflicto, donde las personas desplazadas son trágicamente reducidas a la condición de mercancías con las que se trafica de modo inmisericorde, se les rechaza de modo inhumano y en no pocas ocasiones se les condena a la desesperación o a la muerte.

Para mayor escarnio, los británicos que otrora fueron integrantes de la UE, decidieron poner frontera por medio y los problemas no tardaron en asomar. La frontera norirlandesa o las llamadas islas del canal, son puntos calientes.

Transcurrieron sesenta años desde que el Tratado de París de 1951, constituyera la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) primera pieza del actual entramado europeo, que ha ido construyéndose a lo largo de los años, por múltiples tratados, que han dado lugar a un conjunto institucional complejo y burocrático además de sumar a los seis países fundadores, el resto de los veintisiete que actualmente la componen.

Son indudables los avances que tras sesenta años de dificultades, se han ido produciendo paulatinamente. No es solo el mercado común, sinó la desaparición de las fronteras interiores, la moneda única, la cooperación interior, aunque resulte difícil la pugna permanente entre la idea común y los egoísmos y tentaciones nacionalistas.

Sin embargo, si hay algún flanco especialmente débil en la política común, es la política exterior de la Europa de los 27. Eso lo saben muy bien los vecinos incómodos, desde la Rusia de Putin y la Bielorrusia de Lukashenko, a la Turquía de Erdogán, pasando por la monarquía absoluta de Marruecos y concluyendo por el populismo postbrexit del premier Johnson.

Para abundar mas en las desgracias, no faltan socios problemáticos que lejos de ayudar, enredan, digamos sin mas concreción el llamado grupo de Visegrado, cada uno con sus matices.

La Cartera de Asuntos exteriores y política de Seguridad de la Unión Europea, tiene ante si enormes retos, que no pueden esperar.

No es solo la necesidad de garantizar la presencia de la UE en los foros internacionales donde deben asumirse las responsabilidades que corresponden a la condición de potencia económica de la Europa comunitaria, sino también de poder responder a los desafíos que cada vez con mayor intensidad plantean los países fronterizos, utilizando modernos medios de presión internacional, como el manejo delictivo de la inmigración, dese el poder de un Estado soberano. Lukashenko y Mohamed V conocen muy bien de que va.

La propuesta del Sr Borrell de constituir una fuerza militar común de acción rápida, dotada con cinco mil efectivos, se antoja demasiado moderada,  cuando USA plantea dudas sobre el futuro de la OTAN y sobre la necesidad de que mas allá de la colaboración en el seno de la  OTAN, la UE se plantee su propio sistema de defensa.

Trabajar sobre aquellas cicatrices a las que tan lucidamente se refería D. Josep Borrell, creo que es una tarea urgente e importante, que requerirá buenas dosis de humanismo, pero también de pragmatismo para enfrentarse no solo a los intereses encontrados de unos y de otros, sinó a un vecindario impregnado de populismo irresponsable, que no lo va a poner nada fácil y con el que es imprescindible disponer de instrumentos de persuasión razonable, que serán mas efectivos, cuanto mas sólidos y potentes sean los potenciales medios de disuasión.

Ser pacifistas, requiere respetar los principios democráticos y en particular los derechos humanos; pero si además se dispone de un sólido ejército con elevada formación y medios de última generación, al servicio de la Política exterior y de seguridad común; el servicio a la Comunidad internacional, podría ser importantísimo, además de a los intereses comunitarios.

Al menos yo, así lo veo.

*Jesús Penedo Pallas, Ingeniero Industrial, Licenciado en Derecho, Secretario General de la Fundación Adcor y jubilado de la función pública.

Acerca de Contraposición

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