SOBRE EL CRECIMIENTO DEL PRECIO DE LOS ALIMENTOS.

Resúmen de una tertulia ilustrada y animada por Francisco Sineiro.

El crecimiento desmesurado del precio de los alimentos, con su impacto directo en los grupos de población mas desfavorecidos, nos sugiere interrogantes tanto sobre el proceso de formación de precios en las sucesivas etapas de la cadena productiva, como sobre el papel de las autoridades políticas, tanto desde la perspectiva de autoridad regulatoria, como desde el punto de vista de vigilante del correcto funcionamiento de los mercados, la limitación del poder de los oligopolios etc.

El crecimiento al que aludimos, tiene algunas singularidades, dignas de tener en consideración. La primera, es su carácter supranacional y por tanto la necesidad de complementar y coordinar medidas de ámbito internacional, con las medidas de orden nacional. La segunda es su condición de crisis derivada fundamentalmente de una guerra que provoca limitaciones al movimiento de materias primas (combustibles, energía, fertilizantes, etc) lo que impulsa los precios de las mismas al alza, con lo que desde el inicio de la cadena de valor, en cada una de las diversas etapas necesariamente deberán crecer .

Al no tratarse del alza de precios como consecuencia de un crecimiento de la demanda, la restricción de la circulación monetaria, resulta ineficiente para limitar unos precios, cuyo origen está en el coste de las materias primas desde su origen.

Sin embargo, se producen algunas disfunciones en el funcionamiento del sistema de fijación de precios, en los que necesariamente hay que reparar:

En primer lugar, que el crecimiento de los precios de los diversos factores de producción, no es el mismo. Mientras se muestra desorbitado el precio de la energía-valga como ejemplo-el crecimiento de los salarios es francamente moderado.

Por tanto la tendencia al crecimiento lineal de porcentajes “máximos” en las diversas etapas de la cadena productiva, tiene el efecto perverso de castigar al consumidor con un crecimiento muy superior al crecimiento de costes y en consecuencia un crecimiento exagerado del margen de beneficio para intermediarios insensibles al dolor humano.

Los paladines de la “libertad” argumentarán que es el una cuestión de libertad de mercado, pero para los ciudadanos corrientes, parece mas bien un aprovechamiento descarado de una situación de crisis, para enriquecerse mas unos pocos, a costa del empobrecimiento de la mayoría.

Esta situación, debería llevarnos por nuestra condición de ciudadanos a preguntarnos algunas

¿Es justo tan asimétrico reparto en cualquier situación de crisis?

¿Resulta necesariamente inevitable esta situación?

¿Es posible la adopción de medidas por parte de las autoridades políticas, parta corregir, paliar o mitigar los efectos de esta situación?

¿En el ámbito nacional, se están adoptando esas medidas, total o parcialmente?

La respuesta a la primera pregunta, resulta obvia, tal vez porque se ha convertido en un clásico de cualquier crisis. ¿Quién no aprovecha una buena crisis? Se preguntaría cualquier poderoso ávido de aprovecharse del miedo, de la miseria o del dolor ajeno para acumular mas riqueza a costa de ello.

En cuanto a la segunda pregunta, seguramente a corto plazo, es difícil limitar los precios originales de las materias primas y en consecuencia, la búsqueda de alternativas a largo plazo, resulte poco eficiente para mitigar la desesperación provocada por las elevadas subidas, sin embargo, dar por inevitable la situación equivaldría a dar por bueno el mito autoregulador y eficiente de mercado y competencia, que distan mucho de serlo.

En cuanto a la tercera pregunta, no solo es posible, sinó deseable, que las autoridades ejerzan su función para garantizar el funcionamiento del mercado y la competencia, para proteger a los ciudadanos de los desmanes citados.

En este sentido, sería posible:

a) Actuar sobre la imposición indirecta

b) Ayudar con transferencias directas a los hogares

c) Incentivar acuerdos voluntarios con las grandes distribuidoras para limitar precios de productos básicos.

d) Aplicar sanciones disuasorias en los casos de abusos manifiestos bien por falta de transparencia o por vulneración de la competencia.

e) Aplicación de una medida fiscal sobre los beneficios extraordinarios, a imágen de las decididas para banca y energéticas.

A mayores, además de impulsar un deseable pacto de rentas que equilibrase los efectos de la crisis, debería exigirse desde el gobierno y desde el organismo regulador de la competencia, una transparencia instantánea sobre el proceso de formación de precios.

Naturalmente, algunas medidas se han implantando aunque tan tímidas en su intensidad, que difícilmente alcanzan siquiera parcialmente el objetivo que persiguen. Sin embargo otras, ni siquiera se han sugerido como sería deseable.

Llama poderosamente la atención, la actitud de “dejar hacer” del Ministerio de agricultura, como también sorprende la invisibilidad del Observatorio de precios de los alimentos.

Por último, llama la atención el tratamiento escasamente sistemático que los medios de comunicación dan a un problema de tal relevancia.

Acerca de Contraposición

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