La noria de la memoria, puñetera noria
Rosalía Ajamil Sánchez
Un presente, para un señor,
una encomienda, para que yo aprenda;
no canta un ruiseñor,
inmigrante golondrina, sin prenda.
(tal vez…, comprenda)
Las palabras son dagas,
quizás duelan, son arte de brujería
nunca vagas ni vanas,
abren heridas, a la extranjería.
En un Continente lleno de emigrantes,
en un mundo de indios y americanos,
¡no quieren oír… mariachis mexicanos!
La hiena y el coyote, ¿son contrincantes?
Distantes los dos, caníbales cercanos,
con sus pelajes, teñidos de farsantes,
nietos de extranjeros, que arribaron antes,
primos hermanos, de mundos lejanos.
Ambos títeres o amos de dineros,
aprendieron a aullar como chacales,
en circos se mordieron embusteros.
Con excesos de risas de animales,
el más ladrador, ganó por sincero,
y omitieron que fueron ilegales.
Dicen…que Estados Unidos es un sueño
¡Qué pronto se olvidan las pesadillas!
Y de otras orillas se hicieron los dueños,
parecieron ardillas, y eran… ladillas.
El indio que los observa,
con teñidas cabelleras
escondido en su “reserva”
no distingue sus maneras,
contempla, sus pistoleras.
Las balas, hoy sus palabras,
los disparos del racismo
en rifles, no hay civismo,
sus escopetas macabras,
con un eco, de lo mismo.
Todos los americanos perdieron
en un negro, y muy triste martes,
porqué olvidaron: quiénes fueron,
qué vinieron de todas partes,
y al llegar…, se envilecieron.
Ay Ay Ay,
“No mandes a quién mandó,
ni sirvas a quién sirvió”
Ay, ¡refranero español!
de cuando no se apagaba, en su tierra el sol.
Se olvidaron del abuelo
¡pobre perro extranjero!,
mataron al bisabuelo,
¡seguro qué era europeo!
Y en nada te exagero.
¡Qué pena de humanidad!
cómo pierde la memoria,
gira la tierra en su noria.
¡Qué falta de humanidad!
Lloran, tierra e historia.