En el castellano ha aparecido un nuevo vocablo mal sonante y me refiero a político que se puede equiparar a los peores exabruptos y más insultantes. ¿Por qué se ha permitido esta situación? ¿Por qué hemos llegado a ese punto? .
Apenas hace cuarenta años, cuando la esperanza, la ilusión rondaba en los corazones, la esperanza estaba colocada en el futuro y los conductores de ese momento eran aclamados, vitoreados por las masas teniendo como bandera la libertad, la fraternidad. Ahora la palabra ciudadano se ha ensalzado en detrimento de la palabra político que se relaciona automáticamente a delincuente, presuntamente.
Es en estos momentos cuando la política es mas que necesaria, una política leal, sincera y apoyada por importantes pilares como la prensa, los sindicatos, la justicia y avalada por los ciudadanos que son los valedores de la misma.
Sin embargo nos encontramos con la contradicción, que es en estos momentos cuando está más débil, cuando sus pilares se encuentran con aluminosis, una justicia con pocos recursos, lenta y en ocasiones politizada, unos sindicatos que son más bien testimoniales y depauperados, siendo ahora más que necesarios para defender los derechos del trabajo tan alienados en los últimos tiempos y poco eficientes y una prensa “independientemente” “dependiente” , siendo la de periodista una de las profesiones más castigadas por el desempleo.
Si la democracia esta enferma, y si tenemos en cuenta que los países que tienen verdaderas democracias, uno de sus rasgos es el aumento de la riqueza y por lo tanto participan de ella sus ciudadanos frente a esos gobiernos autocráticos que lo que consiguen es aumentar los índices de pobreza.
Con esta afirmación se puede llegar a la conclusión que las democracias están derivando hacia regímenes autocráticos consiguiendo un doble efecto el acercamiento al totalitarismo o un estallido social de mayor o menor importancia.
En España se esta produciendo ambos a la vez, sino recordemos el 15.M. Esta situación sino se mejora puede pasar de estallido social a revuelta social, un camino de difícil solución y pocas alternativas desde ese momento.
En mi modesta opinión las claves para la democracia sostenible y con legitimidad y que sea un Estado autosostenible se precisa un gobierno con pesos y contrapesos, en el cual sus promesas puedan cumplirse, con énfasis en el Estado de derecho, que evite que la democracia sea secuestrada por grupos de interés.
El enfermo está grave, y seguimos ofreciéndole lo que más le perjudica. ¿Cómo poder admitir a un Presidente como Rajoy que aún le parece mal al Gobierno que vaya a declarar ante esta corrupción ingente? Esa postura no debería ser forzada por la Justicia, sino al contrario, mostrarse y ofrecerse a la misma para poderlo aclarar sin ni siquiera el llamamiento por parte de la misma.
¿Qué podemos esperar de un Presidente, que presuntamente avalaba a Barcenas, y aún así no se le plantean diligencias judiciales?.
Quiero recordar, y todo ello presuntamente que los requisitos de admisión de nuevos clientes por parte de entidades como el Dresdner Bank son estrictos e incluyen entrevistas, formularios y ‘avalistas’ en términos de credibilidad y en el caso de Luis Bárcenas figuraban Luis Fraga, sobrino de Manuel Fraga, y José Ramón Varela, presidente d‘Internet Saludigital SL en un documento fechado el. 8 de noviembre del 2005 y donde aparece como tercer nombre de apoyo el de Mariano Rajoy (se puede mirar en el siguiente enlace: http://www.elplural.com/2014/05/14/rajoy-aparece-entre-los-avalistas-que-permitieron-a-barcenas-abrir-su-cuenta-suiza-en-el-dresdner-bank).
¿Cómo se puede admitir que en ese silencio se tenga a distintas formaciones políticas como cómplices y pueda obrar con total descaro e impunidad?.
Una democracia sana necesita ciudadanos responsables. Pero, ¿cuáles son las responsabilidades del ciudadano? Aceptar y cumplir sus obligaciones, exigir sus derechos y no aceptar ni tolerar cualquier intromisión del buen gobierno y la buena ejecución de las leyes aunque sea por parte de los legisladores, en ese caso es el ciudadano es que tiene la palabra y la fuerza moral y en donde recae la responsabilidad última para solucionar esa grave crisis.
Para ello el ciudadano debe estar debidamente informado y no manipulado. Premisa que ya se incumple de manera clara, ya desde los medios públicos (televisiones públicas) y otros medios de comunicación.
La democracia debe ser una democracia de ciudadanos y no de súbditos, que es en lo que la quieren, o han convertido ya.
En una democracia de ciudadanos la idea de Libertad equivale a la fuerza del ciudadano del derecho a decidir ; la idea de Igualdad es lo mismo que transparencia ; la idea de Fraternidad se hermana con la solidaridad.
Y algunos de estos conceptos en la actualidad se encuentran adulterados; la Igualdad se centra en los individuos con nombres y apellidos cuando se abstrae se convierte en desigualdad, y es en estos momentos en el que la desigualdad se incrementa día a día.
La democracia española del presente funciona según esta reflexión, de hecho, como una democracia de súbditos: principalmente súbditos de Autonomías, pero también súbditos de clases, de tendencias políticas, bien derecha, bien izquierda cuando no se le deja decidir dentro de sus formaciones y los consideran como mano de obra económica.
Tenemos el diagnostico, tenemos el tratamiento, pues pongámoslo en marcha sino un día serán los ciudadanos los que tomen decisiones drásticas y penosamente radicales.
Antes de ello sanemos a la tan necesaria e importante democracia. Es una súplica, un deseo y una esperanza.
(*) José Luis Ortiz Güell, funcionario