Cuando era muy muy joven… NUNCA JAMÁS… pensé que aquellas historias de miedo que me contaba mi abuelo, de hombres malos malísimos, cegados por el odio y el ansia de poder, que etiquetaban a cientos, miles, millones de personas, hombres mujeres y niños, a los que ponían pijamas de rayas, colocaban bajo unas duchas y los hacían desaparecer. O me hablaba de aquel hombre gallego, bajito y de, también baja voz, pero que hacía gritar y llorar muy alto, que ponía a la gente, que no pensaba igual que él y desobedecía su mandato, contra una muralla, les tapaba los ojos, y los dejaba en una cuneta cualquiera… que oliese a Libertad. NUNCA JAMÁS… pensé que unos y otro, ahora que ya soy mayor muy mayor, amenazarían con abrillantar sus botas militares y sacar del baúl sus pijamas de rayas… y volverían a mandar.
NUNCA JAMÁS… pensé que aquellos niños pobres que venían a pedir a la puerta de mi casa: ¡por favor, un pedacito de pan!, a los que mi madre hacía bocadillos de chocolate y daba unas monedas, y que vivían en chabolas pintadas de miseria, situadas en las afueras de la ciudad. NUNCA JAMÁS… pensé que, ahora que ya soy mayor muy mayor, vería a otros niños y otros padres, muchos, pidiendo un pedacito de pan en las puertas de los supermercados, en las furgonetas y camiones de los Bancos de Alimentos. Y que sus casas ya no estarían… porque los Bancos de Inhumanos se las quitarían, y vivirían en la Nada… en las afueras del Bienestar.
NUNCA JAMÁS… pensé que aquellos niños pícaros, golfillos de barrio bien, que robaban chicles y cómics en las tiendas y los kioskos, porque sí, para “ser el más chulo”, sin ninguna necesidad. NUNCA JAMÁS… pensé que ahora, que ya soy mayor muy mayor, esos niños bien, seguirían robando porque sí, sin necesidad, para “ ser los más ricos “ y serían los pícaros golfos de la Política y el Malestar.
NUNCA JAMÁS… pensé que aquella pobre mujer, Mary Paz, que venía de madrugada, un día sí y otro también, a la puerta de mi casa, a pedir a mi padre, que era el que ponía paz en el barrio, que acudiese a su casa y le pidiese a su marido, borracho perdido, que la dejase entrar porque hacía frío, y le dolía el cuerpo de la paliza que le había dado… y quería irse a la cama a descansar. NUNCA JAMÁS… pensé que ahora, que ya soy mayor muy mayor, miraría en el periódico, en la televisión y en la calle, a tantas cientos de Mary Paz, que serían apaleadas, violadas y asesinadas… y que no tendrían a ningún vecino que las protegiese y pusiese paz.
NUNCA JAMÁS… pensé que la memoria se podía cambiar, que los malos recuerdos y las historias de miedo y dolor, se podían eliminar… NUNCA JAMÁS… pensé que ahora, que soy mayor muy mayor, la vejez me traería de la mano… a la senectud, y ésta colocaría su mano sobre mi cabeza y borraría todo el mal… y me llevaría a vivir en un cuento al país de NUNCA JAMÁS, donde los sueños, la belleza y la alegría se pueden hacer realidad.
Pero… NUNCA JAMÁS… aunque se borre de mi ser y estar el pasado, el presente y el futuro… NUNCA JAMÁS… dejaré de preguntar: ¿Quién le robó los cuentos a Wendy?. ¿Quién le cortó las alas a Campanilla? ¿Quién borró del mapa, el país de NUNCA JAMÁS?. Y… ¿Quién mató a Peter Pan?…NUNCA JAMÁS.