EL INFIERNO DE LOS… CORDEROS.-María Nogueira Domínguez

Bajó aquella oscura escalera preguntándose qué hacía allí. Al poner un pie en el último peldaño… se encontró con una luz roja que daba paso a un amplio salón, cuyos únicos muebles eran una cantidad incontable de sillones de cuero negro, donde cientos de personas, con el rostro decolorado por el cansancio, daban descanso a sus almas. En medio del salón había un largo mostrador negro, tras el cual, doce secretarios se afanaban en atender a toda aquella gente… que esperaba con entregada resignación.

Ella miró los sofás, pero no se sentó. Se dirigió hacia el mostrador apartando con manos y codos a la gente que hacía cola ante él. Cuando logró llegar a su codiciada meta, se colocó delante de un secretario vestido de riguroso luto, cuyos ojos, maquillados por unas profundas ojeras que hacían juego con su ropa, la miraron con desaprobación. El secretario levantó su mano y señaló con el dedo el final de la cola. Ella movió la cabeza negando cualquier intención de irse de allí, e inmediatamente después comenzó a gritar.

La Monja: ¡Escuche, burócrata de medio folio. esto es un atropello! El lugar que me corresponde es Arriba, pero, por algún maldito error me han enviado aquí. Y no me voy a mover de este mostrador hasta que resuelvan este entuerto.

El Secretario: Tranquila, Monja. Miraré su expediente. Aquí está, y es perfectamente apto para que usted haya sido enviada aquí. Escuche su currículum delictivo: – Usted ha intentado cambiar a El Sistema. Ha ayudado a la gente que ha reclamado Justicia y Libertad. Se ha mezclado con delincuentes y prostitutas, intentando mejorar sus vidas. Se le expedienta por… ¡Conducta subversiva!

  • Usted ha denunciado a la Iglesia por abuso y maltrato. Se le expedienta por… ¡Traición!

  • Usted ha intentado cambiar las reglas establecidas por El Poder, y El Poder la ha castigado enviándola aquí. Se le expedienta por… ¡Rebeldía e Insumisión!

La Monja: Pero… pero… pero, yo solo he ayudado a los más necesitados, a los marginados, a los excluidos de El Bienestar. He impartido Justicia, y he luchado por La Libertad y La Igualdad.

El Secretario: Precisamente, por eso está usted aquí. Escuche, Monja… Yo, antes de verme en este lamentable estado de frustración administrativa, era un Diablo Mayor, y ¿sabe usted la razón de mi cese?… Pues… porque, igual que usted, juzgaba a El Sistema. Condenaba la corrupción, los abusos, la avaricia, el totalitarismo, la desigualdad etc, etc, etc. Y El Sistema no me lo permitió. Y aquí estoy, juzgando a todos estos pringados, que no han cometido más delito que ir en contra de lo establecido por el intocable Poder.

La Monja: Pero… pero… pero ¿Entonces, quién está Arriba?

El Secretario: Los Siervos del Poder, Los Hijos de la Iglesia, Los Primos de la Riqueza… y los Padres del Planeta.

Lo han comprado y robado todo, y lo han cambiado. El cielo ya no es lo que era… y tampoco El Infierno. Y yo, Monja, llevo millones de años juzgando a Los Malos… y ya ves, ahora juzgo a los Santos Inocentes, y encierro en El Infierno a Monjas… Blancas.

La Monja:¡ Maldita sea, esto no puede ser verdad!

Satanás: Calla, Monja… calla, si te envían Arriba, será peor… porque tendrás que compartir espacio celestial con todos los que denunciaste, y con todos contra los que luchaste. Y el Descanso Eterno se te complicará un poquito. Así que toma asiento… y disfruta de este calorcito.

La Monja se sentó en un sofá, y miró marcharse a Satanás… con la espalda encorvada, agotado y derrotado… Tan triste era su aspecto, que si, en lugar de vivir en el Infierno, viviese en la Mancha, le llamarían el Diablo de la Triste Figura…

Mientras Satanás se retiraba a sus aposentos, murmuraba mirando hacia Arriba:¡ Malditos Bastardos, bajad aquí si tenéis alma! ¡Estoy

harto de condenar tanta inexistente maldad, y de encerrar tanta inocencia!

La Monja: ¡Ánimo, Satanás, tú eres un Diablo Supremo!

Satanás: ¡Ja! No te enteras, Monja. En el Infierno ya no hay jerarquías. Estás en la República de los Corderos…

 

Acerca de Contraposición

Un Foro de Estudios Políticos (FEP) que aspira a centrar el debate sobre los diversos temas que afectan a la sociedad desde la transversalidad, la tolerancia, la libertad de expresión y opinión. Desvinculado de corrientes políticas o ideologías organizadas, pero abierto a todas en general, desde su vocación de Librepensamiento, solo fija como límite de expresión, el respeto a las personas y a la convivencia democrática. El FEP se siente vinculado a los valores republicanos, laicos y civilistas como base de una sociedad de librepensadores sólidamente enraizada en los principios de Libertad, Igualdad, Fraternidad.
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