LAS AUTORIDADES SANITARIAS Y EL GOBIERNO TIENEN QUE IR POR DELANTE DE LOS ACONTECIMIENTOS.-Germán Castro*

Confinar a ciudades y países enteros obligando a sus habitantes a no salir a la calle, es la medida más razonable para evitar la propagación de un virus que se expande a la velocidad del rayo y, además, mata. Ahora bien, el aislamiento de la ciudadanía, la reclusión en las respectivas viviendas es como una olla a presión que hemos de saber manejar también sensatamente: la ansiedad, brotes de claustrofobia, problemas de convivencia, la atmósfera de inquietud que proyectan los menores atados en casa…toda una serie de escenarios emocionales pueden dar lugar a otros episodios paralelos, que, por descontado, no son deseables. Bastante tenemos con lo que estamos viendo, viviendo y sufriendo.

Pero, claro, o cumplimos rigurosamente con el aislamiento o esto va para largo con consecuencias tan fatales como las que se están registrando actualmente. Los mayores, hombres y mujeres, mueren a docenas. Las residencias de la llamada Tercera Edad se están convirtiendo en auténticas morgues. Y algunos jóvenes también van cayendo.

Ayer entraba  vía wasap un «audio» desgarrador de quien decía que era una médica de la comunidad de Madrid, pidiendo que se difundiera su mensaje. Entre otras afirmaciones, con la voz que se le quebraba por momentos, decía

“Cierren Madrid, por favor, y doten de material a los hospitales porque no se va a poder contener la propagación de este bicho hijo de puta. Aquí va a morir hasta el apuntador […] Se está eligiendo ya a quien no se intuba porque no hay respiradores. O frenamos esto o nos vamos todos al hoyo […]  A muchos pacientes se les tiene que sedar y cogerles de la manita porque la familia no puede estar allí para ayudarles a morir”.

Terrible, sobrecogedor y creíble este testimonio

Aquí viene la otra parte. Si los ciudadanos hemos de cumplir con severidad las normas que se nos han decretado, con el sacrificio que ello impone, otro tanto hay que demandar de las autoridades sanitarias y políticas. ¿No debieran, antes de ahora, haber movilizado por tierra, mar y aire los materiales imprescindibles para, al menos, tratar de atajar estas muertes en pelotón de las personas mayores? Están muy bien las medidas económicas, pero que nunca estas nublen la naturaleza del fenómeno de escasez de medios sanitarios y materiales que dan lugar al grito angustiado de esta profesional de la medicina, que seguro que representa a muchos compañeros y compañeras del sector y a muchas familias de los que han muerto y, por lo que se ve, van a morir porque no hay quien lo remedie.

Es sabido que hay mayores, con la salud muy deteriorada, de edades muy avanzadas, que irremediablemente son candidatos a un final más o menos próximo. Pero una cosa es que la ciencia haga todos los esfuerzos por salvar vidas y otra bien diferente que las personas se mueran porque no hay respiradores.

¿Por qué no se han adquirido con la mayor urgencia los kits para realizar las pruebas a los sospechosos de estar infectados, como han hecho en otros países que hablan de buenos resultados? Es que la teoría de que hay que ir tomando decisiones según la evolución de los acontecimientos puede convertirse en una rendija por la que se cuelen ineptitudes, posibles negligencias, fallos en la gestión de la crisis…

Si a los ciudadanos se nos exige a rajatabla el cumplimiento de las normas, las autoridades sanitarias y los políticos han de dar el do de pecho. Tienen que ir por delante de los acontecimientos, no a remolque de los mismos, como viene sucediendo.

Hablamos de la vida de las personas. Nada más y nada menos.

*Germán Castro, periodista

 

 

 

 

Acerca de Contraposición

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